Anil landge, director de la ONG India Mera Parivar, me acompañó a un taller a pocos metros de la base de la ONG española. En ese taller estaban trabajando unos seis o siete niños. Todos con edades comprendidas entre 12 y 16 años. Nunca supe sus edades con seguridad, pero el rosto de ellos, aunque machacado por las duras jornadas, no parecía superar la mayoría de edad.
No todos los niños están matriculados en la India, aunque tienen el derecho de hacerlo. Tampoco hay centros ni plazas para todos. No asistir a la escuela supone matar el tiempo en la calle, muchas veces buscándose la vida con algún trabajo para conseguir algún dinero para sostener a la familia y a ellos mismos.
A pesar de las insalubres condiciones en las que trabajaban, estos niños vivían alejados de la crudeza que esconden las calles y de algún modo, les forma en un oficio que puede servirles par ejercer en un futuro.