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Adiós a 2020, el año en que una pandemia nos mostró el valor de la vida

Por: Gerard Sánchez / Alberto Pla. Fotos. Alberto Pla

Le hemos dado muchas vueltas a cómo plantear este artículo con el que cerramos este 2020 que nunca olvidaremos por muchos motivos, pero, especialmente, por esta pandemia ocasionada por el coronavirus que ha trastocado las vidas de todo el mundo y que nunca olvidaremos. Un Covid-19 que ha golpeado de lleno en todo el mundo, que ha ocasionado dolorosas despedidas anticipadas, que ha incrementado las ya amplias desigualdades sociales y ha colocado a muchas personas al borde de la miseria y la desesperación.

Pero este virus, con todos sus males, también nos ha hecho despertar, nos ha mostrado que somos vulnerables, que la naturaleza, esa que creíamos haber domado, sigue ahí para darnos lecciones de humildad y para hacernos ver que no podemos seguir así, arrasando con todo, como si este planeta fuera una fuente de recursos sin fin.

Son días de echar la vista atrás y viajar en el tiempo, rememorando imágenes, escenas, vivencias, experiencias, aprendizajes de este año bisiesto, de 366 días, pero que ahora parece que haya tenido, al menos 3666. Muy lejos, como de otra vida, queda ya aquel mes de enero que el equipo de nuestra agencia empezaba con grandes ilusiones y con la presentación, en la abarrotada planta baja del Palau de la Generalitat, del libro «Cooperació valenciana, 30 anys transformant el món«, que editamos para la Generalitat Valenciana.

El hall de entrada del Palau de la Generalitat lleno durante la presentación del libro "30 años de cooperación valenciana". Fotografía: Juanjo Martín
El hall de entrada del Palau de la Generalitat lleno durante la presentación del libro «30 años de cooperación valenciana». Fotografía: Juanjo Martín

Eran tiempos prepandemia, nos abrazábamos, con alegría y emoción, con representantes de ONG, fundaciones y otros colectivos que hacen posible cada día, con su esfuerzo, con su ilusión, con su trabajo y con su tiempo, que esa quimera de lograr «un mundo mejor» sea un poco más factible, un poco más real, un poco más cercana.

El presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig con Alberto Pla en la presentación del libro 30 anys de cooperació valenciana. Fotografía: Juanjo Martín.

En esa época «premascarilla», el coronavirus nos sonaba todavía «a chino» y no alcanzábamos a imaginar cómo llegaría a afectar a nuestras vidas y a las de tantas otras personas en todo el mundo.

También en aquel inicio de año presentábamos, en la sala principal de Ruzafa Studio, el documental «Asha. Historias de Lepra y esperanza» que habíamos rodado en India para la Fundación Fontilles. Por aquel entonces nos preparábamos ya para otra gran aventura que nos llevaría, en esta ocasión, al corazón de África, concretamente al altiplano etíope. Allí, rodeados de niños y niñas, recorriendo aldeas de adobe, prácticamente incomunicadas, aprendimos el valor de la sonrisa, pero también el de la educación, la nutrición, de la mano de Mari Olcina y su ong MOSSolidaria y la Comunidad Misionera San Pablo Apóstol.

Ruzafa Studio se llenó en el estreno de ASHA. Fotografía: Juanjo Martín

Allí, sorteando las paradas de un abigarrado mercado en Muketuri, nos enteramos, con incredulidad y con temor, de que Valencia suspendía sus Fallas. La cosa iba en serio, nuestras familias nos escribían diciendo que los supermercados estaban desabastecidos, esas noticias, que siempre habíamos relacionado con otros lugares lejanos ahora pasaban en nuestras casas y nosotros, desde África, no alcanzábamos a creerlo, ni siquiera a imaginarlo.

El regreso de África, de la libertad absoluta al confinamiento estricto

El 12 de marzo, sí de marzo, emprendimos el viaje de regreso a España, aún tenemos en nuestras retinas la imagen de los operarios del aeropuerto de Estambul, cubiertos de pies a cabeza en una escena digna de cualquier película apocalíptica, desinfectando las maletas que bajaban del avión mientras nosotros, en un autobús, nos dirigíamos al avión que, por fin, nos llevaría a casa.

Una mujer con su hijo a cuestas en Muketuri, Etiopía. Fotografía: Alberto Pla

«Ya estamos en Europa, no os toquéis la cara», nos decíamos entre nosotros, porque sí, en aquel entonces la pandemia estaba concentrada en Europa y nosotros, que acabábamos de salir de África nos preguntábamos, con temor, qué pasaría cuando llegara allí o a otro país similar donde las medidas de distanciamiento social, de confinamiento… son prácticamente imposibles, como así nos certificaba Lourdes Larruy en una entrevista unas semanas después.

En África habíamos sido libres, ahora lo sabemos, tuvimos esa libertad que ahora tanto extrañamos en nuestros propios hogares, en nuestro propio país. Y, ya de vuelta, tan solo dos días después, el gobierno decretó el confinamiento estricto de la población para evitar que la pandemia se extendiera todavía más.

Reinvención y acercamiento a todo tipo de realidades

Tuvimos que paralizar rodajes, aplazar proyectos, pero nos centramos en relanzar nuestra página web, en acercar a la ciudadanía estas historias necesarias de aquellas personas que lo estaban dando todo para contribuir en mejorar la situación de otros. Lanzamos una serie de entrevistas con cooperantes españoles en otros lugares del mundo, contamos la historia de Alba Aparicio, la cooperante valenciana que falleció en Bolivia en uno de los aviones que la iba a devolver a casa.

Nos emocionamos con las palabras de Rozalén y con su bonita canción «Aves enjauladas», escrita en pleno confinamiento, y cuyos beneficios destinó a Entreculturas. Nos sinceramos con un gran actor y mejor persona como es Pepe Viyuela, quien nos destacó el imprescindible valor de la risa, sobre todo en tiempos difíciles. Reclamamos mejores inversiones en sanidad y salud con el doctor César Carballo, que nos atendió desde Madrid. Y también editamos un vídeo de homenaje a todas las personas cooperantes en todo el mundo llamado «sois imprescindibles«.

Estas y muchas otras historias y reflexiones nos ayudaron a sobrellevar el confinamiento y, de paso, a mostrar que juntos, con decisión, con voluntad, los seres humanos somos capaces de sobreponernos a cualquier adversidad, pero que también, en la mayoría de las ocasiones, necesitamos de la ayuda de otros para lograrlo.

Mientras aplaudíamos desde nuestros balcones, mientras nos reuníamos por videollamada con nuestro equipo y con otras personas, mientras cocinábamos, hacíamos yoga, leíamos, mirábamos series o, sencillamente, nos sentábamos a abrazar a aquellos seres queridos que sí estaban con nosotros, reflexionábamos sobre la vida y sobre cómo sería esta nueva vida postcovid a la que hoy, más de seis meses después, todavía no hemos llegado.

Pero la llegada de la vacuna abre nuevas puertas a la esperanza. «Esperanza«, la palabra que marcará un 2021 en que no volveremos a la normalidad, porque quizás no sea bueno, ni necesario, regresar a ella, pero sí que volveremos a retomar nuestras vidas con otra mirada, más sabios, más experimentados, más concienciados de que la vida hay que celebrarla en cada momento y de que la naturaleza hay que respetarla y cuidarla, también a diario.

Alba Aparicio, como tantos otros, no podrá brindar por este nuevo 2021, tampoco lo harán más de 3.000 valencianos y valencianas que han fallecido a causa del coronavirus, ni tampoco los cientos de miles que han muerto en todo el mundo. Pero los que sí seguimos aquí, los que hemos reaprendido a valorar nuestras vidas y las de los demás, los que vamos a arrancar este esperado, ansiado, deseado, 2021, brindamos por los que ya no están y por los que sí, por los que luchan cada día por salir adelante y, sobre todo, por un mundo más justo, más igualitario, más libre, más empático, más humano.

¡Feliz año nuevo!

 

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