Hay otro mundo. Lo vi en Mozambique, la India, Haití… y lo olvido cuando llego a Valencia, la ciudad que me dio las oportunidades que no tienen miles de dominicanos en asentamientos informales. Hay otro mundo, lo vemos cuando llegamos aquí, pero pronto se difumina entre nuestra burbuja de confort cuando volvemos al nuestro.
Siria es el gran ejemplo, otro de esos mundos que solo existen en las pantallas de algunos de los telediarios y que ahora parece que ha salido directamente de la TV para entrar de golpe en nuestro universo, y tener que quitarnos –todavía con resignación– las manos de los ojos para enfrentarnos a una realidad que todavía renunciamos.
Hoy lunes ha sido día de contacto y cubos de agua fría. Día de quitarnos la venda de los ojos y pisar lo que hasta ahora solo veíamos a través de una pantalla de ordenador. Aquí también hay otro mundo muy alejado de la cafetería de diseño con jardineras blancas en la esquina de mi barrio. Alejado también del río con campos de fútbol y rugby. En mi mundo todavía se puede pasear a las 03:00 volviendo de tomar una copa en cualquier terraza de la ciudad, y no existen verjas custodiando las puertas. Los perros no tienen pulgas ni vagan sueltos, las mujeres van bien vestidas y los niños van a la escuela. En mi mundo el pobre es raro, el almuerzo es diario y generalmente, quien la hace la paga.
Hoy lunes me acuerdo de esos otros mundos que un día vi, sentí y quedan en mi inconsciente. Realidades olvidadas quizá como mecanismo de supervivencia, defensa o qué se yo. Sin embargo volvemos, hay tanta vida en estos lugares, tanto amor entre la tragedia, tanta vida entre tanta pobreza. Hay algo que tenemos que contar y mucho que debemos aprender. Por el momento me quedo en este mundo, me acompaña un equipo maravilloso. Mañana sale el sol: “un sol para Dominicana”.
Fotografías de cover y portada de Carlos García de las Heras. Barrio de la puya. Septiembre de 2015.