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“Las personas sin hogar nos están dando lecciones de convivencia”

Por Gerard Sánchez | Fotografías de Alberto Pla y cedidas por el SJD

La nueva realidad que nos sobrevino a raíz del estado de alarma ocasionado por el Covid-19 alteró nuestras vidas y nos llevó a un confinamiento obligado en nuestros hogares, pero ¿qué pasa con aquellas personas que no tenían un hogar donde refugiarse? Organizaciones como la Orden Hospitalaria San Juan de Dios (Sant Joan de Déu en la Comunidad Valenciana) llevan décadas trabajando con personas sin hogar, ofreciéndoles un refugio en sus albergues y también en pisos compartidos, y lo continúan haciendo durante esta pandemia. Ellas y ellos aseguran que las personas sin hogar están dando lecciones de solidaridad y de buen comportamiento y reclaman a la sociedad y a las instituciones que no se olviden de ellas.

Como indica su coordinador de programas en Valencia, Juan Manuel Rodilla: “Las personas en situación de sin hogar se sitúan en uno de los sectores de la población más vulnerables. Es por ello que la entidad ha seguido  ofreciendo sus recursos y servicios para hacer valer los derechos fundamentales de las personas atendidas”. En Valencia, la orden cuenta con un albergue, situado en la calle Luz Casanova, 9, con capacidad para 50 personas y también con otras 50 plazas en viviendas compartidas repartidas por la ciudad.

Rodilla argumenta que, actualmente, el perfil de las personas sin hogar es muy diverso, por lo que la atención hacia ellos debe serlo también: “La gente tiende a simplificar, pero el perfil de las personas sin hogar es muy complejo. Antes eran personas que no tenían absolutamente nada, ahora muchos llegan con todo tipo de objetos, con familiares…. en estos casos, suelen ser personas que se han visto abocadas a una situación de vulnerabilidad y necesitan un tiempo para rehacer su situación, encontrar un trabajo, una vivienda… y continuar con sus vidas. También hay muchos perfiles migratorios, que se han incrementado en las últimas décadas. Se trata de personas que pueden tener un elevado perfil de preparación, pero un bajo conocimiento del idioma o con problemas de salud física o mental derivados de sus largos procesos migratorios”.

Mensajes de ánimo desde Sant Joan de Deú para superar esta crisis sanitaria ocasionada por el Covid-19. Foto: SJD

Servicios básicos y dinamización sociocultural

Juan Manuel Rodilla explica que, durante los primeros momentos del estado de alarma, desde Sant Joan de Déu siguieron las directrices que le llegaban desde la orden en toda España y también las de las administraciones local, autonómica y nacional. Posteriormente, se centraron en asegurar los servicios esenciales en los albergues y los pisos tales como alojamiento, comida y medicación. Cuando todo esto se aseguró y se reestructuró al equipo para hacer frente a la nueva situación, se pasó a la fase dos, la cual consistía en que las personas atendidas no abandonaran los recursos. Él reconoce que entre las personas que atienden hay situaciones sociales complejas, patologías de salud física y mental, adicciones… por lo que el confinamiento podía ser delicado de gestionar. Entre las medidas propuestas expandieron los programas de ocio y tiempo libre, los terapéuticos y psicológicos. Rodilla recuerda que fueron los propios internos los que solicitaron que se les ofrecieran pasatiempos, juegos de mesa…

En general, asevera que la respuesta de las personas sin hogar que atienden ha sido muy positiva: “Si hace unos meses nos hubiéramos comentado esto, hubiéramos previsto problemas convivenciales más elevados. Pero hemos visto un compromiso de los residentes a que vaya todo bien, así como varias peticiones de propuestas de mejora que hemos ido incorporando como los torneos de parchís o dominó, las programaciones de películas, talleres…”

La atención en el albergue de Sant Joan de Déu de Valencia no se interrumpe durante la pandemia. Foto: SJD

Tanto es así que asegura que tienen la sensación de que “el barco lo llevamos de manera compartida entre trabajadores y residentes. Estamos contentos pese a la dificultad de la situación. No hemos tenido ningún contagio, lo que refuerza nuestras medidas. El albergue sigue lleno y los residentes están haciendo un trabajo fantástico de autocuidado”, recalca. Es más, afirma que, en muchos casos, se ha pasado de que haya ciertas quejas o problemas de convivencia, a un ambiente más de propuestas y apoyo mutuo. “Hay gente mayor, la media de edad es elevada, y la autonomía personal es reducida, pero los compañeros entre sí se autoayudan y se dan muchas muestras de afecto a los trabajadores, de verbalizar que agradecen mucho lo que se está haciendo por ellos. Nos están dando lecciones de convivencia. Es lo que más nos ha sorprendido, el cariño de la gente y su solidaridad entre ellos mismos”.

Al principio pensábamos que mucha energía se nos iría en el trabajo, pero ahora vemos que son las personas albergadas las que nos dan energía a nosotros, nos agradecen lo que hacemos y eso nos refuerza. Es muy bonito que eso sea lo que te da fuerzas para afrontar el resto de situaciones de esta pandemia como el confinamiento, la falta de contacto social…”, confiesa Rodilla. Él lanza otra reflexión muy interesante: “Las personas que han pasado en su vida personal por situaciones complejas son gente acostumbrada a lidiar con ello. Es una experiencia de la que quizás nos olvidamos y podríamos aprender. Nos trae a una situación positiva, lo ha pasado mal, ojalá no hubiera sido así, pero eso le ha dado herramientas para responder de otra manera ante cualquier crisis. No deja de llevarnos a una reflexión bonita y de aprendizaje”.

Solidaridad empresarial y ciudadania

Otra de las cuestiones que han sorprendido gratamente en Sant Joan de Déu durante esta pandemia ha sido la respuesta de las empresas y la sociedad. “De manera proactiva, varias empresas nos han contactado para preguntarnos qué nos hacía falta. Estamos acostumbrados a la solidaridad ciudadana y del vecindario, pero que ahora nos contacten de forma desinteresada desde diferentes ámbitos es un gran placer”. Tal vez por todo ello, cuando le preguntamos cómo cree que será la solidaridad tras esta crisis, se muestra optimista: “Desde San Joan de Déu estamos acostumbrados a recibir la solidaridad de la gente. Debido a la transformación de una población más pequeña a grandes ciudades donde se pierde un poco el concepto de comunidad pequeña, se puede tener un sentimiento de que la sociedad es poco solidaria, pero nuestra percepción es la contraria. Nuestros centros se enmarcan dentro del barrio, en Marxalenes en nuestro caso, pero las muestras de solidaridad han sido muy positivas. Una parte de nuestro trabajo es gracias a colaboradores y benefactores. Y tenemos una percepción muy positiva”.

Aún así, sí prevé cierto cambio porque “cualquier situación de vulnerabilidad hace a la sociedad replantearse las prioridades. Nosotros trabajamos en sanidad y ahora vemos la importancia capital del sistema de salud”. Él recalca como “muy positivo” que ante el estado de alarma hubiera una presión social para que las 550 personas que están censadas en la calle en Valencia dejaran de estarlo. “Nos parece muy interesante que eso se traslade fuera del confinamiento. Ha sido una prioridad que dejen de estar en la calle durante el confinamiento, es un problema de salud pública, pero cuando termine, obviamente, tendría que ser una prioridad también que dejen de estar ahí”.

Más información sobre Sant Joan de Déu

La Orden Hospitalaria de San Juan de Dios cuenta una trayectoria de más de 125 años en la ciudad de Valencia. En su primera etapa se centró en la atención sanitaria de niños enfermos en el Hospital de la Malvarrosa. Desde 1992 se dedica a la atención de personas sin hogar a través de Programas de Atención Social que se han ido ampliando en función del análisis de las necesidades del colectivo, con el deseo de crear un modelo de atención integral, que favorezca un proceso de inserción social para las personas que atienden.

Nuestra Agencia conoce bien su trabajo desde hace casi una década. En 2013 participamos en la elaboración de su calendario anual. Ese año Alberto Pla pasó una jornada con Félix (ex interno del centro) con Vicente, un bombero del consorcio provincial de Valencia para intercambiar impresiones sobre la vida. Félix —que falleció— terminó sin hogar después de un problema con el juego. En las fotos se encontraba a punto de abandonar el centro tras superar su adicción. Un ejemplo de como personas «completamente normales» pueden terminar en una situación sin hogar, aunque Félix y según Alberto Pla, «haya sido una de las personas con mayor corazón que me haya encontrado nunca».

Su misión es “acoger a las personas necesitadas  respetando su dignidad, cuidándolas y promoviendo mejoras en su calidad de vida”.

Link: www.sanjuandediosvalencia.org

Así transcurrió la jornada entre Félix y Vicente bajo la mirada fotográfica de Alberto Pla en el Centro San Juan de Dios (2013)

 

 

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