Noticias

«Recuerdo a Vicente Ferrer cuando decía «O nos hundimos todos, o nos salvamos todos»»

Por Gerard Sánchez y Alberto Pla | Fotografías: Fundación Vicente Ferrer y Alberto Pla

Hablamos con Anna Ferrer, actual presidenta e impulsora de la Fundación junto a Vicente Ferrer. Una mujer valiente, fuerte y atípica —como la describe la propia Fundación en su página web— que siempre ha buscado su propio espacio destacando entre las mujeres de su generación. Continuamos así con nuestra serie de entrevistas a cooperantes que han decidido quedarse en sus países de destino a pesar de la pandemia ocasionada por el Covid-19. Una serie en la que ya hemos contado con el testimonio de Lourdes Larruy, responsable de la Comunidad Misionera San Pablo Apóstol en Muketuri (Etiopía), y con el del presidente de la Asociación CONI, Alejandro Sebastián que, lleva ya más de 12 años desarrollando todo tipo de proyectos de cooperación en Guatemala.

En los años 60 con solo 16 años, Anna Ferrer viajó alrededor del mundo con su familia hasta llegar a la India. Fue en 1968 trabajando en el país asiático como reportera del Currentcuando le encargaron entrevistar al jesuita Vicente Ferrer, que había recibido una orden de expulsión del Gobierno. En esos momentos miles de campesinos estaban manifestándose para reclamar que el misionero español se quedara, lo que provocó que su caso protagonizara la actualidad informativa y que, además, Anna se sintiera identificada con su causa. Anna dejó su empleo como periodista y se sumó como voluntaria del Comité de Ciudadanos por la Justicia para Vicente Ferrer, que terminó abandonando la Compañía de Jesús casándose en abril de 1970 con ella. Un año antes se fundaría la organización referente en la lucha por los derechos de las mujeres y de la salud en todo el mundo.

Hablar con Anna es un privilegio y un honor. Dedicada en cuerpo y alma a la fundación ha recibido innumerables reconocimientos: Encomienda de Número de la Orden del Mérito Civil, en Nueva Delhi, el I Premio al “Compromiso con la Salud” del Colegio de Médicos de Bizkaias. etc. En marzo de 2015, el ministro jefe de Andhra Pradesh, Chandrababu Naidu, le entregó el premio Hamsa, el más prestigioso del estado por el excepcional trabajo en beneficio de la población rural. En 2018 fue galardonada con el Premio Humanitario Robert Burns de Escocia, el primero que recibe en su país natal, el Reino Unido.

Anna sigue en Anantapur (en el estado de Andhra Pradesh) haciendo un trabajo inmenso y rescatando tiempo entre tantas necesidades para responder a nuestras preguntas. Su disposición, entrega y humanidad son un gran ejemplo, todavía hoy más si cabe en tiempos de pandemia.

Lleva más de 50 años en India desde que llegó junto a Vicente Ferrer. ¿Alguna vez había vivido una situación similar a la actual?

No, nunca. Durante todo este tiempo he sido testigo de una de las peores enfermedades que ha sufrido y sufre una parte de la humanidad: la pobreza extrema, a la que he llegado a conocer bien, pero nunca había visto algo tan dañino extenderse tan rápido y llegar tan lejos hasta convertirse en apenas un par de meses en uno de los retos más importantes a los que la humanidad ha tenido que enfrentarse en el último siglo.

«Nunca había visto algo tan dañino extenderse tan rápido y llegar tan lejos hasta convertirse en apenas un par de meses en uno de los retos más importantes a los que la humanidad ha tenido que enfrentarse en el último siglo»

¿Cómo ha sido la reacción de las personas de las comunidades en las que trabajan desde la declaración de la pandemia por el Covid-19?

Poco a poco las comunidades locales han ido tomando conciencia de la situación y estamos haciendo mucha sensibilización para explicar las medidas de prevención, las normas de distanciamiento social y otras medidas para prevenir el virus entre la población rural. La gente se lo está tomando en serio aunque es difícil en nuestro contexto. Pero sin duda lo que más me gustaría destacar es la solidaridad que han mostrado, cada día recibimos en nuestro campus donaciones de campesinos y otras personas locales que quieren contribuir con lo que poco que tienen al programa de distribución de alimentos. No nos dan lo que les sobra, sino lo que ellos tienen. Ver esos pequeños gestos es lo que nos impulsa a seguir trabajando cada día para llegar a más gente.

Una mujer campesina en una zona rural de Andrah Pradesh. Fotografía: Alberto Pla

¿Qué se ha hecho desde las instituciones indias?

En la Fundación hemos puesto todos nuestros recursos humanos y materiales al servicio de la emergencia sanitaria y estamos trabajando con las administraciones locales para desarrollar, de manera conjunta, las medidas necesarias para la contención del virus y la atención a los afectados, tanto por el virus como por los efectos del confinamiento. La Covid-19 está poniendo a prueba los sistemas sanitarios de todos los países, pero el de la India es especialmente frágil. El Gobierno de Andhra Pradesh, uno de los estados en el que trabajamos, ha declarado nuestro Hospital de Bathalapalli como centro de referencia en la zona para el tratamiento de la Covid-19. Además, en el laboratorio del Hospital de Bathalapalli se analizan cada día muestras de personas con síntomas de coronavirus, de acuerdo con los protocolos establecidos con el Gobierno.

Sanitarios se preparan frente al COVID-19: Fotografía: Fundación Vicente Ferrer

Leí que Aviones de la Fuerza Aérea arrojaron pétalos de flores sobre hospitales en varias ciudades, incluida Nueva Delhi, para agradecer al personal médico y policial por estar al frente de la batalla contra el coronavirus. ¿Cómo de importantes son este tipo de detalles para levantar el ánimo?

Creo que los gestos simbólicos ayudan a animar a la gente en una situación tan dura y a hacerles sentir como una comunidad unida ante la pandemia. Como los aplausos de cada día al personal sanitario en España. Este es un problema global, y sólo haciéndole frente de manera conjunta lograremos solucionarlo. La Fundación Vicente Ferrer ha puesto en marcha en España una campaña para hacer frente a la grave crisis que estamos viviendo también nuestras zonas de actuación, y una vez más, la ciudadanía española está queriendo apoyar nuestra labor. Aquí, en Anantapur, también son constantes las preguntas que nos hacen mostrando su preocupación por la situación en España, país al que se sienten hermanados y con el que tienen un vínculo permanente y de profundo agradecimiento. Sí, es el momento de la solidaridad, de que nos apoyemos unos a otros y que nos recordemos lo fuertes que somos cuando actuamos juntos.

¿Cuáles son las principales necesidades ahora mismo?

Ahora nuestra prioridad es asegurar que la gente pueda comer cada día. Estamos distribuyendo unas 10.000 comidas diarias a las personas más afectadas, migrantes y jornaleros que han perdido el empleo y que tienen lejos a sus familias. Ya hemos repartido 252.555 paquetes de alimentos, pero hay que garantizar su sustento en los próximos meses. Además estamos distribuyendo provisiones de comida, sacos de arroz, harina y aceite a más de 4.000 familias de migrantes repartidas en distintas zonas del distrito de Anantapur, Kurnool y la región de Srisailam. Solo en la región de Anantapur, hay miles de personas más que necesitan nuestro apoyo y a las que aún no podemos llegar.

«Ahora nuestra prioridad es asegurar que la gente pueda comer cada día»

¿Se planteó regresar a España por la pandemia?

Mi lugar está aquí, en Anantapur. Ahora, más que nunca, la Fundación está trabajando en primera línea para ayudar a las personas que menos recursos tienen y que más están sufriendo los efectos de la pandemia. Pero sigo con muchísima atención toda la evolución de la pandemia en España, mi segundo hogar. España ha sido de los primeros países en sufrir el impacto de este virus, y la fuerza con la que la ciudadanía está afrontando esta situación me emociona, especialmente el personal sanitario. El compromiso, la responsabilidad, el coraje y la profesionalidad con la que han actuado es un ejemplo para el mundo.

En India llevan más de 40 días de confinamiento y, al menos continuará hasta el 11 de mayo. ¿Qué problemas está acarreando ya, sobre todo para las personas más vulnerables?

Muchos jornaleros han perdido sus trabajos y se han quedado atrapados en su regreso a casa. Sus familias dependen de lo que ganan cada día, y ahora no pueden trabajar. Por otro lado, mantener el distanciamiento social en un país superpoblado, el segundo con más habitantes del mundo, es un gran desafío. Además, muchas personas viven todavía en chozas en condiciones precarias lo que complica el hecho del confinamiento junto a más personas. Por eso, estamos actuando desde el primer momento de la crisis sanitaria para intentar paliar estas situaciones y ayudar a las personas más afectadas.

Cuando en un futuro recordemos cómo esta pandemia afectó a la India, no hablaremos solo de la COVID-19 y la crisis sanitaria, sino de los millones de personas migrantes sin recursos que empezaron a andar quilómetros y quilómetros bajo el sol, sin comida y, a veces, sin agua para poder volver a sus casas cuando empezó el confinamiento. El Gobierno ha hecho todo lo posible para facilitarles el transporte pero estamos hablando de muchas y muchas personas. Estos migrantes deben ser siempre recordados, pues más allá del virus esta pandemia ha puesto de relevancia la situación vulnerable en la que se encuentran.

India es el segundo país con más población del mundo, con más de 1372 millones de habitantes, solo por detrás de China. Pero hasta el pasado 3 de mayo solo se contabilizaban 40.000 casos y 1.301 decesos. ¿Son fiables estos datos?

En la India el 66% de la población vive en zonas rurales, de manera muy dispersa. Con el anuncio del confinamiento se produjo un éxodo de millones de trabajadores desde las ciudades hacia sus aldeas, a miles de kilómetros de distancia. Una buena parte de estas personas decidieron viajar a pie ante la falta de trasporte, y quedaron atrapadas antes de llegar cuando el confinamiento se hizo efectivo. En esta situación es prácticamente imposible saber cuántas personas están afectadas por el coronavirus. Con todo, el Gobierno indio comenzó a tomar medidas muy rápidamente, a la vista de cómo estaba afectando el virus en los países que sufrieron los primeros impactos. Canceló visados desde el mes de febrero, cuando empezaron a detectarse casos importados. De hecho, nuestra Fundación avisó a todos los viajeros que se disponían a visitar el proyecto a finales de febrero para decirles que no era seguro que lo hicieran. Esta decisión ha sido clave para frenar la velocidad del avance virus.

Escenificación del COVID-19. Fotografía: Fundación Vicente Ferrer

En India conviven gran cantidad de etnias, religiones… al inicio se culpó a la minoría musulmana de extender el virus en Delhi al celebrar un acto multitudinario. ¿Están aumentando las tensiones entre los diferentes grupos sociales?

En todo el mundo este virus ha creado pánico y el pánico se acentúa mucho más cuando se mezcla con la pobreza y la falta de información. Es cierto que en un inicio se puso de relevancia la celebración de un evento en Delhi, pero no he visto muestras de discriminación generalizada en el país. No es un fenómeno generalizado.

Hasta una crisis tan grave como esta puede tener lecturas positivas. Una de ellas es que los niveles de contaminación han bajado en todo el mundo, en India se dice que se respira el aire más limpio en décadas, mientras que las aves y otros animales se dejan ver en lugares antes insospechados. ¿Es esta una lección sobre cómo estamos tratando a nuestro planeta?

Por primera vez en mucho tiempo escucho los cantos de los pájaros y veo el cielo azul. En las costas de España se han vuelto a ver delfines en la costa y parece como si la naturaleza hubiera aprovechado para asomarse, sorprendida, mientras nosotros nos mantenemos en nuestras casas. Para mí, esta situación es una lección sobre lo positivo que puede ser para nuestro hábitat, y por lo tanto para la humanidad, que cambiemos nuestra manera de vivir y nuestro modelo de desarrollo actual por otro en el que proteger el medio ambiente sea algo irrenunciable. La Agenda 2030 sigue en vigor y contiene muchas de las recetas que necesitamos para alcanzar una sociedad global en la que todas las personas puedan vivir en libertad y de manera pacífica una vida digna y respetuosa con el planeta. Y estoy convencida de que este será el punto de partida hacia esta nueva sociedad global.

«La Agenda 2030 sigue en vigor y contiene muchas de las recetas que necesitamos para alcanzar una sociedad global en la que todas las personas puedan vivir en libertad y de manera pacífica una vida digna y respetuosa con el planeta»

¿Otra lección puede ser que nos demos cuenta de que todos estamos interconectados y de que no podemos dejar caer la cooperación internacional?

La globalización ha hecho que nuestra salud dependa de la salud de los demás y será de vital importancia que todos los países cuenten con un sistema sanitario con unos mínimos que permitan hacer frente a estas situaciones con ciertas garantías. Esta pandemia ha demostrado que un contagio menos en cualquier país es un riesgo menos para el mundo. El objetivo 3 de la Agenda 2030 apuesta por garantizar una vida saludable y promover el bienestar universal, y una de sus metas subraya la importancia de hacer frente a las enfermedades transmisibles. Y en esta labor la cooperación internacional ha sido, es y será fundamental, ya que es el puente a través del cual los países unen sus fuerzas, a un lado y a otro, para afrontar este gran reto. Nuestros tres hospitales, que han atendido a más de cinco millones de personas sin recursos en los últimos 20 años, han sido construidos y siguen en perfecto funcionamiento gracias a la cooperación internacional. Cerca de 400.000 personas han abandonado sus chabolas para acceder a viviendas dignas gracias a la cooperación internacional, y una vivienda reduce en un 40% el riesgo de padecer dengue o malaria. Gracias a la cooperación internacional hemos construido 3.000 estructuras hídricas que facilitan el agua para consumo humano en nuestra zona de actuación, y esto ha reducido enormemente las enfermedades provocadas por la escasez y la mala calidad de agua. El agua de estos embalses ha permitido el cultivo de miles de hectáreas de terreno que antes eran desierto, y la mejora en la alimentación ha tenido también un gran impacto en la salud. Ahora, más que nunca, la cooperación internacional será motor fundamental para el desarrollo sostenible global.

Una mujer campesina en una zona rural de Andrah Pradesh. Fotografía: Alberto Pla

¿Cómo cree que va a afectar a la cooperación internacional esta pandemia planetaria a corto y medio plazo?

Creo sinceramente que esta pandemia está siendo, en este sentido, un aviso, una alerta para todos. Antes de que la pandemia se extendiera y provocara esta crisis sanitaria y económica mundial, los retos globales que requieren de la cooperación internacional ya estaban en las agendas de todos los gobiernos y en la mente y en la acción de muchas personas y organizaciones que, desde hace tiempo, se movilizaban. Y lo hacían por la pobreza, el hambre, pero también por los desplazamientos forzados de la población, contra las guerras, por la igualdad de género, por el cambio climático o por el papel de la humanidad ante los nuevos desafíos tecnológicos. E incluso ya había quien ponía sobre la mesa los riesgos sanitarios que todos estos retos conllevaban de no afrontarlos a tiempo y de manera globalizada. La COVID es un recordatorio de que necesitamos trabajar unidos y que, de no hacerlo así, no superaremos esos retos globales.

Por ello creo que la solidaridad, la individual, pero también la colectiva y entre países, debería ser uno de los vencedores de esta pandemia. Debemos empezar a trabajar desde todos los países para desarrollar alianzas con la sociedad civil y el sector privado, dar voz a mujeres, jóvenes, pueblos indígenas y grupos vulnerables en la elaboración de las nuevas políticas de cooperación internacional.

En esa alianza hemos trabajado desde siempre en la Fundación. La solidaridad y la generosidad que durante nuestros 50 años de vida como ONG hemos recibido de personas, empresas e instituciones en España son las que ahora permitirán a la población con la que trabajamos que los estragos de esta pandemia sean menores. Es un trabajo continuado, un compromiso en el tiempo que, en momentos como este, aún es más evidente. Para una de las familias con las que trabajamos disponer de una casa digna, tener acceso al agua, recibir formación sobre la prevención ante el COVID o sentirse cuidado por nuestro personal sanitario es ahora una garantía ante la pandemia.

Me emociona ver en España y en India a jóvenes que hacen la compra a sus vecinos mayores, sanitarios que trabajan a destajo y estoy convencida de que ahora nos ayudaremos los unos a los otros para recuperarnos y volver a levantarnos. Y entonces recuerdo a Vicente cuando decía “O nos hundimos todos, o nos salvamos todos”. Esta pandemia es una oportunidad para seguir apoyando a la cooperación internacional, para sumar entre todos, aquí y en todo el mundo, porque nuestra causa ya es solo una: salvarnos todos y todas.

«Recuerdo a Vicente cuando decía “O nos hundimos todos, o nos salvamos todos»»

Un taller textil junto con beneficiarios. Fotografía: Fundación Vicente Ferrer

¿Cómo afectará a nuestra forma de relacionarnos, a las costumbres sociales, más aún en países tan poblados como India?

Una epidemia siempre es un fenómeno social que surge por la manera en que nos relacionamos y que muchas veces viene a cambiar precisamente esas formas para siempre. Quiero pensar que este virus y el aislamiento que nos ha impuesto nos ha hecho sentir más vulnerables y hemos sido conscientes de que, como seres humanos, necesitamos del otro. Necesitamos emocionarnos juntos, ayudarnos, cooperar. Espero que estos sentimientos arraiguen aún más en nuestra sociedad y que despertemos esos sentimientos de solidaridad, de construir juntos, sin dejar a nadie atrás. Ojalá lo que ha pasado nos conduzca a una sociedad más igualitaria, más justa, menos discriminatoria con la persona diferente o la que no vive en nuestro entorno. Ahora en la India, un país con una alta superpoblación, establecer nuevos códigos de relación interpersonal va a ser una tarea complicada. Algo que se suma a los problemas derivados de la falta de acceso al agua potable de tantas personas y las barriadas de chabolas que se han ido asentando como consecuencia de los procesos migratorios de las zonas rurales a las urbanas. Son lugares sin servicios básicos, como el agua o la electricidad, recogida de basuras… la higiene es algo fundamental para protegerse de cualquier enfermedad.

En países como India existen enfermedades, prácticamente, erradicadas en otros lugares como la lepra, de las que no se habla tanto. ¿Es esta la pandemia de los países ricos. Es decir, la que nos ha hecho sentirnos vulnerables en occidente?

Al menos esta es la pandemia en la que países, científicos y laboratorios de todo el mundo han coincidido en la importancia de encontrar el mejor tratamiento. Esta puede ser una gran oportunidad para comprobar de lo que seríamos capaces si nos uniéramos con esta intensidad para dar solución a los otros grandes problemas del mundo, como la pobreza, la desigualdad o el cambio climático, causa y consecuencia también de muchas enfermedades. Quizás este momento sirva para considerar como propias otras enfermedades que sufren los países con menos recursos y nos sintamos también con la responsabilidad de hacerles frente.

¿Puede servir para que nos pongamos en la piel de lo que se sufre en otros lugares por todo tipo de enfermedades y situaciones de pobreza o exclusión?

Comprender el sufrimiento ajeno es importante, claro. Pero no basta. La empatía debe dar paso a la acción. Hoy comprendemos qué es lo que causa la pobreza, la exclusión, las desigualdades y lo que convierte a nuestro modelo de desarrollo en insostenible. Y también comprendemos sus consecuencias, al menos parte de ellas. La novedad quizás la encontramos en que cada vez somos más conscientes de que todo está relacionado. Por ejemplo, la pobreza en la que viven muchas familias de agricultores en Indonesia, Brasil y otras partes del planeta ha sido la causa de que muchas malvendieran sus tierras para poner en marcha cultivos insostenibles que están degradando millones de hectáreas de selva y perjudicando gravemente el clima de nuestro planeta. Comprendiendo esto es fácil llegar a la conclusión de que la pobreza ha sido la causa principal de que hoy respiremos peor en todo el mundo. Pero comprender no basta. Hay que pasar a la acción y tomar decisiones para que la pobreza desaparezca. Con ella desaparecerá una gran parte de los problemas que tenemos hoy por resolver.

«Hay que pasar a la acción y tomar decisiones para que la pobreza desaparezca. Con ella desaparecerá una gran parte de los problemas que tenemos hoy por resolver»

En este 2020 Vicente Ferrer cumpliría 100 años. ¿Qué mensaje o lecciones cree que sacaría hoy de todo esto?

Las mejores lecciones nos las han dado siempre las personas con las que trabajamos en nuestra zona de actuación. Vicente solía decir ”En la pobreza más absoluta he encontrado la mayor de las riquezas”. Y sigue siendo así. Las personas más pobres han sabido encontrar en la comunidad la fortaleza para afrontar esta situación. La generosidad del que menos tiene sigue emocionándome. Debemos mantener vivo este sentimiento, porque será la solidaridad lo que hará que superemos esta situación tan dramática y nos de fuerzas para recorrer el camino hacia un mundo mejor.

Suscríbete a nuestro boletín semanal para recibir las últimas noticias en tu correo

Compartir en redes sociales