Por: Gerard Sánchez | Fotos: Sumant y Sumando
Cuando se habla del “orgullo LGTB+” se suele pensar en las personas lesbianas, gais, trans, bi,.. pero existe otro “orgullo” igual de válido, de fuerte y de reconocible como es el de sus familiares. Precisamente, para ponerlo de manifiesto surgió en Valencia, hace ahora un año, Sumant (Asociación de Madres y Padres de LGTB+ y de una infancia diversa en expresión y/o identidad de género), la cual ya se ha expandido a Madrid bajo la denominación Sumando.
Tal y como se definen desde la propia organización, buscan ser “un grupo de referencia en la atención y acompañamiento a madres y padres de personas LGTB+ y de criaturas diversas en cuanto a su orientación afectiva, expresión e identidad de género”. Por lo que ofrecen “una voz que desmonte, en todos los ámbitos sociales, prejuicios y estereotipos para llegar a la erradicación de la LGTB+fobia”.
Del rechazo a la aceptación y al orgullo
España es, hoy por hoy, uno de los países con una legislación más avanzada en cuestiones que afectan a las personas LGTB+, no obstante, como lamenta la secretaria en Madrid de Sumando, Carmen Tomeo: “En España las leyes están muy avanzadas, pero tan solo las leyes, porque la conciencia colectiva va por otro lado”. Ella misma reconoce que ha vivido en sus carnes un proceso que fue del rechazo o la negación hacia el hecho de tener una hija lesbiana, a la aceptación y al amor más absoluto hacia ella. No obstante, lamenta que en su entorno familiar más extenso este proceso todavía está lejos de ser asumido con naturalidad. Algo que, denuncia, es más habitual en nuestro país y en nuestros días de lo que se pueda pensar.
“Para nosotros fue un proceso difícil, somos una familia de convicciones religiosas y éramos muy homófobos. Todas las personas lo somos de algún modo porque la LGTB+ fobia es una especie de piscina en la que estamos sumergidas. Es una cosa que hemos mamado, solo aquellas personas que se quieren abrir un poco o despiertan se dan cuenta de que es una gran discriminación”, reflexiona Tomeo
“Al principio tratas de echarle la culpa a todo el mundo, incluso a mi misma, pero luego te das cuenta de que no, de que ella es como es.
Una de las creencias generalizada en nuestra sociedad es que la homosexualidad es sinónimo de promiscuidad, ambientes depravados, drogas, familias desestructuradas etc. esas son las creencias que tenemos inculcadas o, mejor dicho, mal inculcadas”, resalta. Son personas como cualquier otra: hacen deporte, estudian o trabajan, van de compras, hacen tareas en casa, etc. …
Ella no oculta que pasaron por muchos psicólogos para tratar de asumir esta noticia y su nueva realidad familiar. Pero incluso ahí no encontraron más que incomprensión: “Ninguno nos entendió, nos llegaron a decir que estaba muy mimada, incluso nos pusieron como malos padres, nos dijeron que le habíamos permitido de más y cosas por el estilo…”
Ella, pasado todo este proceso, ahora tiene un discurso muy diferente: “No nos ha podido pasar mejor cosa que tener una hija lesbiana para darnos cuenta de la gran discriminación que pueden llegar a sufrir las personas LGTB+. Yo tal vez no contaba chistes homófobos, por ejemplo, pero sí me reía con ellos. Cuando alguien se metía con alguna pareja de personas LGTB+ que paseaban, por ejemplo, de la mano por el parque, no le daba más importancia, ahora salto, reacciono y lo primero que hago cuando veo algún caso de discriminación es denunciarlo al observatorio de igualdad”.
Salir del armario en familia
Al igual que el concepto de “orgullo”, el de “salir del armario” también se suele asociar solo a las personas LGTB+, no obstante, aquí también se da un proceso de salir del armario de su propia familia. Como reconoce Carmen Tomeo, “todavía es muy común que cuando una persona da a conocer su condición por orientación afectivo-sexual, digamos, distinta a la normativa, la familia lo primero que haga es meterse en el armario, no habla de esos temas, ni lo dice a otros familiares o amigos más extensos. Incluso, si tiene posibilidad, manda a sus hijos a estudiar fuera y así evita que se muestren en público a diario tal y como son. Yo misma, cuando supe que mi hija era lesbiana lo que hacía era no aparecer en público, me cruzaba de acera cuando veía algún amigo o conocido, hay un cambio de actitud”.
Es más, una vez que sí lo aceptan y lo comunican al exterior también es muy habitual que la relación de otros familiares y amigos no solo hacia la persona sino hacia la familia cambie. “Sentir el alejamiento de la propia familia es lo que más daño hace, no contar con la familia es un vacío grandísimo, pierdes todas tus referencias”, lamenta Tomeo quien, a pesar de todo, no pierde la esperanza: “Sabemos que estas personas que nos han querido y nos quieren algún día abrirán los ojos”.
Y lanza otra reflexión: “Hemos tenido que cortar con mucha gente, con personas muy queridas, pero una hija es más que todas estas personas juntas. Cuando sales del armario muchas personas desaparecen de tu vida, pero hay otras que llegan”.
Un espacio seguro de protección, amor, respeto y acompañamiento
Las personas que integran esta asociación tienen claro que la familia debe ser siempre y bajo todas las circunstancias “un espacio seguro de protección, amor, respeto y acompañamiento”. Por ello centran sus esfuerzos tanto en visibilizar otros modelos familiares existentes, como en “promover el conocimiento sobre la diversidad afectiva, de expresión e identidad de género, como realidades de la vida humana”. Y animan a madres, padres y todo tipo de familiares a “acompañar, desde la escucha activa, el respeto profundo y el buen trato a sus hijas e hijos LGTB+ y a sus criaturas diversas” y también, en la misma línea, a “posibilitarles información, recursos y espacios seguros para su desarrollo integral como personas”.
La homofobia liberal persistente
Tomeo denuncia la existencia en España y en Europa de otro concepto del que no se suele hablar como es “la homofobia liberal”. Este consiste en decir o pensar algo así como “me da igual que sea gay o lesbiana, pero que no se le note. Que hagan lo que tengan que hacer, pero en su casa”. Y esto, claramente, es otra gran discriminación porque no se acepta que se muestre el amor en público de una forma natural. “Si mi hija va cogida de la mano de su chica o le da un beso en la puerta, se organiza un escándalo. Eso sigue pasando, la homofobia liberal, que no se note. Tu vístete bien, disimula, que no te confundan…. es un mensaje muy feo y negativo que se le da a un hijo actuando así”, denuncia.
Y habla de otra realidad, la exclusión laboral por tu condición afectivo-sexual: “En el trabajo es brutal. Los despidos cuando se enteran de tu condición afectivo-sexual todavía están a la orden del día, pero claro, nunca son por eso, siempre hay otro motivo. Es la mente sucia de la gente que se creen superiores”.
La exclusión social de las personas trans
Dentro del colectivo LGTB+, una de las figuras más afectadas por todo tipo de discriminación que va desde su vida personal a, sobre todo, su desarrollo profesional, son las mujeres trans. Tomeo critica que “no se les ha permitido salir de la prostitución y el espectáculo en 60 años y actualmente la tasa de paro en este grupo social es del 90%”.
Tomeo destaca el lema de la manifestación del Orgullo de este año en Madrid, que era “Sororidad y feminismo para TRANSformar” y manifiesta que, en cierta medida, la manifestación del orgullo, además de ser una reivindicación, “es un espejo, lo que la sociedad no quiere ver se le pone ahí para que lo vea, es donde nos habéis arrinconado, al espectáculo y la prostitución”. Una manifestación que estaba prevista para el sábado, día 4 de julio, pero que por la situación derivada por la pandemia del Covid-19 se tuvo que transformar en una manifestación virtual.
El orgullo de una madre de dos jóvenes trans
Una persona que conoce muy bien esta discriminación es la tesorera de Sumant, Encarna. Ella es madre de dos mujeres trans. Sus dos “hijes” como ella las nombra, han cambiado su vida y la han hecho abrir los ojos a una realidad que todavía está demasiado escondida o estigmatizada.
“A pesar del avance de las leyes, falta caminar mucho aún en su aplicación. Además, la sociedad no está preparada. Para el que está fuera de este ámbito hay mucho desconocimiento, el binarismo hombre mujer impera, es lo que nos han enseñado y abrir la mente a otras posibilidades es difícil. Yo hace diez años salí del armario con mis hijas. Hasta entonces, tenía miedo, no conocía toda la diversidad existente y venidera. Me pongo en el lugar de esas otras madres y padres que no entienden, solo cuando hacemos la acogida les decimos que nuestros hijes han de ser lo más felices posible porque su felicidad es la nuestra. Ese mensaje es el que intento transmitir para que desde el amor abran su mente a todas las posibilidades existentes”.
Ella, como su compañera Carmen Tomeo, habla de la discriminación existente en todos los ámbitos, sobre todo en el laboral: “Existe mucha discriminación, sobre todo, mientras se está haciendo el trámite burocrático, pues no coincide la expresión de la persona con la identidad que pone en su documento. Cuando vas a una empresa, esto tira para atrás, piensan que van a dar problemas, se tiene la LGTB+fobia todavía muy incorporada”.
Ella asevera que, en su caso, la reacción “fue de acogida desde el primer minuto que tuvieron el valor de reconocerlo. Tuvieron nuestro apoyo y fuimos derribando barreras y abriendo camino. Es la base principal y el primer apoyo que necesitan las personas LGTB+ es en casa. ¿Si en tu hogar no sientes apoyo qué va a esperar de los demás?”.
Finalmente, anima a los familiares de personas LGTB+ a seguir sus mismos pasos y también a formar parte de asociaciones como Sumant: “Les animaría diciéndoles que es un pilar fundamental el apoyo de las familias, para tener ese apoyo necesitan información y compartir esa información con otras familias que ya han pasado por eso para poder sentirte uno más y ahogar sentimientos de culpa, de miedos, una vez te empoderas, eso es lo que te ayuda para poder llevar adelante la nueva realidad”.
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