Fotografías y texto de Alberto Pla
Hoy es el Día Mundial contra la pobreza. Pienso en todas las imágenes que he sacado en aquellos países o territorios que luchan por su desarrollo: Guatemala, Haití, Mozambique, los campamentos de refugiados saharauis… ¿Cuál sería la fotografía que represente la pobreza? Quizá, la de una niña etíope muy joven vendiendo en un mercadito africano en la calle, o la de varios niños dominicanos en un semáforo limpiando cristales o la imagen de una madre sin capacidad de lactar a un bebé apurando las gotas de leche para que no muera de desnutrición. Hay muchas y todas evidencia la falta de humanidad que continúa imperando en una sociedad que sigue sin solucionar el problema de la pobreza en el mundo.

Cuesta creer que todavía existen más de 700 millones de personas en el mundo que viven en situación de extrema pobreza. Esto significa que de 7.000.000 millones de personas hay una de cada diez que no tiene acceso a la salud o a la educación. Ni si quiera beber agua potable. Significa que en un mundo donde alrededor del 25% de los alimentos se desperdician en nuestra cocina y hay quienes no tiene productos frescos, malviven y sobreviven, —quien tiene la suerte de recibirla— de la ayuda internacional.

África, la gran castigada.
La gran mayoría de personas afectadas por la pobreza se localizan en África donde se concentra el 13 % de la pobreza mundial. De hecho, la mayor parte del continente se encuentra en estado de pobreza extrema y precariedad y los constantes conflictos armados agravan una situación ya de por si insostenible.
Según el IDH, un indicador elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) conocido como Índice de desarrollo humano, los diez países más pobres son africanos: Eritrea, Mozambique, Burkina Faso, Sierra Leona, Malí, Burundi, Sudán del Sur, Chad, República Centroafricana y Níger. Solo en Etiopía, otro de los países con menor IDH —también africano—, unos 126 000 niños y niñas etíopes sufren desnutrición grave, y se estima que ese número aumentará debido a las consecuencias del cambio climático y el conflicto armado que continúa en el norte del país. Según UNICEF, se calcula que 3,4 millones de etíopes requerirán ayuda alimentaria en los próximos tres meses y que seis millones de niños y niñas corren peligro de desnutrición.

En Etiopía se podría encontrar la imagen que represente la pobreza, aunque es imposible escoger solo una en un territorio. En un país de una belleza y patrimonio sorprendente la falta de recursos se ceba con todo y con todos y se agudiza en aquellos niños y niñas que tienen síndrome down, retraso mental, alguna malformación o, simplemente, nacen con un hermano gemelo. En este caso las madres deben escoger qué bebé es el más fuerte para lactar porque no tienen leche para ambos. Y es habitual ver a niños con un mechón en el pelo por si un ángel viene a llevárselos. La tasa de mortalidad en niños y niñas es altísima y, de hecho, no les ponen ni nombre hasta los cuatro o cinco años porque si van a morir, para qué.


El virus COVID-19 agudiza la brecha
La pandemia ha ensanchado más la brecha entre los países más ricos y los más pobres y a la vista está quien se ha vacunado con premura y quien todavía espera una vacuna. Por otro lado, la emisión de gases de efecto invernadero, la emergencia climática con el aumento de intensos huracanes (como la temporada en 2020 en el Atlántico) cuyas consecuencias se observan en incendios devastadores que han calcinado enormes extensiones en Australia, el Pantanal brasileño, Siberia oriental en la Federación de Rusia y la costa oeste de los Estados Unidos. Consecuencias que solo hacen que empeorar la biodiversidad, la perdida de especies y los territorios, especialmente a aquellas 700 millones de personas donde todavía no tienen acceso a agua potable con un denominador común: menos lluvias, menos ríos, más enfermedades, más hambre…

El informe del IDH propone un pacto urgente de la población con la naturaleza, la misma que se ha revelado contra nosotros a través de un virus que se mide, oficialmente, en casi cinco millones de personas fallecidas con más de 230 millones de casos confirmados a día de hoy. Un planeta que ha infravalorado el medio ambiente sistemáticamente sobreponiendo el crecimiento económico y agravando el crecimiento de los países más pobres. Un virus que ha evidenciado la necesidad de cuidar el medio en el que vivimos todos del que nadie (norte y sur) está más protegido ante emergencias sanitarias o climáticas.

Sería imposible escoger solo una fotografía para mostrar la pobreza pero es evidente que, en un mundo global e hiperconectado, todos tenemos el compromiso moral de hacer desaparecer estas imágenes inmorales, vergonzosas y que pueden y deben evitarse.