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El agua, un bien tan esencial como desigual

Por: Gerard Sánchez | Fotografías: Alberto Pla

Te levantas por la mañana, vas al baño, tiras de la cadena y abres el grifo del lavabo para lavarte la cara, los dientes y, sobre todo ahora, en estos tiempos de Covid-19, las manos. Es algo tan cotidiano, mundano y asumido que ni siquiera lo valoramos ¿verdad? O tal vez ahora, cuando tantas restricciones, jamás pensadas, se te están poniendo en tu vida, te preguntes también qué pasaría si de ese grifo, de esa cadena, no saliera agua. Una circunstancia que hoy, en pleno siglo XXI, siguen viviendo muchas familias no solo en lugares remotos y fundamentalmente agrícolas y ganaderos, como pudimos comprobar en nuestro reciente viaje a Etiopía, sino también en Europa y en España.

Una niña se refresca en el tejado de la comunidad de Raeev Nagar en el estado de Gurgaon, India. Fotografía: Alberto Pla

Este pasado domingo, como cada 22 de marzo, se conmemoraba el Día Mundial del Agua. Una efémeride que instauró la ONU en 1993 para recordar la relevancia de este líquido esencial. Pero, como también lamenta esta organización, se estima que todavía hay, al menos 200 millones de personas sin acceso al agua potable en su vida cotidiana. Precisamente, la campaña de este año de la ONU en relación a este día, reinventada por la marcha de los acontecimientos generados por el coronavirus, incidía en unirse a la campaña #ManosLimpias (#SafeHands en inglés). Es decir, a lavarse las manos con regularidad. Aunque, lamentablemente, para mucha gente todavía lo más acuciante es la necesidad de #agualimpia.

Una niña se baña en el mar Egeo junto al campamento de refugiados de Karatepe en Lesbos. Fotografía: Alberto Pla

Nosotros, la verdad, regresamos a España el pasado 12 de marzo totalmente concienciados con la importancia de lavarnos las manos regularmente, allí, en Etiopía, Mari Olcina, presidenta de la ong MOSSolidaria, y su marido Víctor Pareja, iban siempre con el jabón de mano consigo y nos animaron a hacer lo mismo. Lo aprendimos también de los rituales de higiene que la Comunidad Misionera San Pablo Apóstol inculcaba en los niños y niñas de tres a seis años de su guardería ubicada en Muketuri.

Deribe, líder comunitaria de Gimbichu saca agua de un pozo construido por la Comunidad Misionera San Pablo Apóstol. Fotografía: Alberto Pla

Pero en Etiopía nos concienciamos de la importancia y el carácter esencial del agua cuando conocimos de primera mano cómo la construcción y mantenimiento de los pozos, que llevan a cabo la comunidad misionera y la Fundación Emalaikat, consiguen cambiar la vida de las familias campesinas. Con ello no solo logran producir alimentos en la época seca, la cual en este árido y caluroso país africano dura hasta nueve meses, sino que consiguen sacar adelante a sus familias, mejoran sus aspectos nutricionales y hasta logran unos ingresos extra al vender los excedentes en los mercados locales.

Unas niñas se lavan las manos en una escuela de Bangalore donde la ONGD Fontilles previene enfermedades infecciosas. Fotografía: Alberto Pla
La henna es una pintura característica de India que puede aplicarse también en las palmas de las manos. Fotografía: Alberto Pla

El tener acceso al agua potable, no en los hogares, ojo, sino, en tu poblado o cerca de él, cambia la vida de toda la comunidad, especialmente de las niñas y mujeres. Las primeras, pueden estudiar más al no tener que caminar, cada día, largas distancias en busca de agua. Las segundas, pueden dedicarse a otras tareas más productivas. El agua es esencial para sus necesidades básicas, así como para sus cultivos y para su ganado.

Un niño se refresca en la comunidad de Gariche Prince, en Haití. Fotografía: Alberto Pla

El agua, ese bien esencial que en Europa compramos en jarras o botellas de plástico, las cuales, paradójicamente, son uno de los principales elementos causantes de contaminación en el mundo, ese líquido transparente que dejamos perderse por nuestros lavabos y duchas sin darle mayor importancia, es, en cambio, auténtico oro en muchos lugares del mundo. El Objetivo de Desarrollo Sostenible nº 6 es Agua y saneamiento para todos antes de 2030. A estas alturas, nadie sabe si se logrará conseguir, pero si cada vez que abrimos nuestros grifos, si cada vez que paseamos por nuestros ríos y mares, si cada vez que compramos una botella de agua pensamos en la relevancia que tiene este oro líquido no solo para nuestra supervivencia, sino para la de nuestro planeta, tal vez gran parte del camino ya estará hecho. Luego, faltará transmitir esa concienciación a las nuevas generaciones, exigir medidas de protección a los estamentos públicos y privados y, cómo no, apoyar iniciativas de construcción de pozos, de saneamiento y de educación como las que llevan a cabo en Etiopía entidades como la Comunidad Misionera San Pablo Apóstol y la Fundación Emalaikat.

El agua es, hoy por hoy, un bien tan esencial como desigual, un recurso natural fundamental para la vida que, sin embargo, no escapa a las especulaciones ni a los intereses económicos y políticos. Un tesoro que no solo hay que valorar, sino también cuidar, proteger y exigir como el derecho fundamental que es.

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