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La Madre Tierra respira, por fin

Decir tierra

es decir madre,

parto, nacimiento, sangre;

decir tierra es decir paz,

vientre, cuna, seda,

farol encendido, sol frío;

decir tierra,

es decir raíz apasionante,

cordón umbilical,

repitiendo madre tierra,

tierra madre.

(Poema Madre Tierra, de Caridad Hernández)

 Por: Gerard Sánchez | Fotografías: Alberto Pla y fondo marino cedidas por Freepik

El ser humano es capaz de lo mejor y de lo peor, lo saben bien los animales, esos que ahora, cuando gran parte de la población permanece confinada en sus casas, recuperan parte del terreno perdido o, mejor dicho, arrebatado, en los últimos siglos por una especie que, acostumbrada a creerse dueña de todo, se ha creído también dueña de la tierra en su conjunto. Hoy, como cada 22 de abril, esa especie autodenominada “Sapiens” celebra el Día de la Madre Tierra. No obstante, la tierra viene celebrando desde principios de este 2020 que su especie más invasora le haya dado, por fin, un merecido y necesario respiro. Aunque este no haya sido voluntario, sino ocasionado por el Covid-19.

Unas mujeres trabajan en campos de la localidad de Barda, en Mozambique. Fotografía: Alberto Pla.

La sexta extinción masiva

El calentamiento climático, los gases de efecto invernadero, el derretimiento de los polos o la pérdida de la biodiversidad son algunos de los efectos de las acciones del ser humano sobre la madre tierra. Como asevera la ONU, la diversidad de especies dificulta la propagación rápida de los patógenos, por lo que promoverla es una excelente forma no solo de cuidar de nuestro planeta, sino de nosotros mismos. Desde la ONU alertan también de que “alrededor de un millón de especies animales y vegetales se encuentran actualmente en peligro de extinción”, en lo que se considera ya como la sexta extinción masiva, aunque con la peculiaridad de que esta se está produciendo a ritmos mucho más acelerados que las anteriores. Según un estudio de la Universidad de Aarhus (Dinamarca) y la Universidad de Gotemburgo (Suecia), si se continúa con el ritmo habitual, en solo 50 años se llegaría a un estado tal que la naturaleza necesitaría entre 3 y 5 millones de años para recuperar sus niveles actuales.

Durante las últimas semanas han dado la vuelta al mundo imágenes de grandes ciudades como Pekín, Londres o Madrid, prácticamente, libres de polución. Se ha divisado a animales salvajes en lugares normalmente copados por el ser humano y se ha puesto de manifiesto el efecto contaminante y destructivo de nuestro actual modo de vida. No obstante, ¿cambiaremos nuestros hábitos cuando acabe el confinamiento?, ¿seremos más conscientes del efecto de nuestras acciones en nuestro ecosistema?, ¿exigiremos a las empresas y a los gobiernos medidas más efectivas para proteger la naturaleza y a la madre tierra?, ¿concienciaremos a las nuevas generaciones sobre la relevancia de respetarla?

De la respuesta que demos a estas preguntas y a otras similares, de nuestro compromiso individual y, sobre todo, colectivo, dependerá que consigamos revertir los niveles de contaminación y destrucción actuales para lograr que el Día de la Tierra no sea un día sino que sea, más bien, un hábito, una costumbre, una forma de vivir.

Concurso “Campeones de la Tierra”

Para tratar de promover el respeto hacia nuestro planeta, la ONU lanzó en 2005 un concurso llamado “Campeones de la Tierra” que todavía pervive. A través de su página web cualquier persona puede promover a candidatos al mismo. Por ejemplo, en 2019, el premio, en su categoría de Inspiración y Acción, fue para el movimiento juvenil Fridays for Future, cuya cara más visible es la joven activista climática Greta Thunberg. De hecho, este movimiento surgió y se expandió por diversos países del mundo en 2018, después de que Thunberg se sentara frente al parlamento sueco durante tres semanas para llamar la atención sobre la emergencia climática.

Mensajes de alerta de la “Madre Tierra”

El pasado mes de octubre, en relación con la campaña y la manifestación de Pobresa Zero, organizada por la Coordinadora Valenciana de ONGD (CVONGD) la “Madre Tierra” dio una conferencia en Valencia en la que alertó sobre diversos daños que le estamos infligiendo a ella y a nosotros mismos. “El cambio climático afecta a todas las personas, pero en especial a las poblaciones que dependen más de los recursos naturales, las comunidades rurales de los países empobrecidos, y dentro de ellas a las mujeres, que producen hasta el 80 % de los alimentos en estos países”, aseguraba. En esta línea recordaba que, según la Organización Mundial de la Salud, el calentamiento global será responsable de 250.000 muertes al año entre 2030 y 2050 solo a causa de la desnutrición, la malaria, las diarreas y los golpes de calor.

La Madre Tierra nos instaba también a actuar: “Necesitamos un cambio de modelo urgente y radical que no se base en la contaminación del planeta y la explotación sin límite de los recursos naturales, que minimice unos costes sociales de discriminación y exclusión que son insoportables».

Fotografía cedida por LuqueStock / Freepik

Ahora, solo seis meses después de aquellas advertencias, los efectos de un virus están ocasionando también que el ser humano, por fin, se pare un momento a pensar en lo que está haciendo. Esta pandemia puede ser una oportunidad única, tal vez la última, para darnos cuenta, de verdad, de cómo una especie que ocupa un lugar trascendental en el planeta en el cual habita, puede contribuir no solo a su desgaste y destrucción, sino también a su cuidado y su pervivencia.

Es momento de hacer caso a los expertos, a los sabios de verdad, aunque estos, al contrario de lo que podamos pensar, no cuentan con másteres y doctorados, sino que apenas están dando sus primeros pasos de vida. Miremos hacia abajo y observemos cómo los niños y las niñas tratan a la naturaleza, a los animales, a las plantas. Porque tal vez esos seres humanos en miniatura que están dando tantas lecciones de buen comportamiento y resistencia durante este confinamiento, nos den la lección definitiva que necesitamos para no solo autodenominarnos “Sapiens” sino para serlo de verdad.

En estos tiempos tan extraños y complicados, tal vez nuestra única salvación esté en nuestra cultura y conocimientos acumulados, en artes como la poesía. Y, cómo no, en los más pequeños, en los niños y niñas que miran el mundo desde unos ojos puros, no viciados por la avaricia, la envidia, la ambición o el egoísmo. Por eso queremos acabar, precisamente, con una poesía de Gloria Fuertes que va dirigida a los niños y a los que no lo son tanto.

 

 Niño Tom:

Si vas al campo,

no subas por los almendros.

Ni cojas nidos,

ni caces pájaros,

ni mates insectos negros.

¡Ay, esa flor, esa flor

que ahora muere entre tus dedos,

sus novecientas hermanas

la están echado de menos!

Si vas al campo,

sé bueno.

¡Échate en la hierba,

canta,

estate quieto!

No deshagas las casas

de los insectos

Niño Tom:

Si vas al campo

Sé hombre,

niño pequeño.

(Niño Tom, de Gloria Fuertes)

 

#DiaInternacionaldelaMadreTierra

#DiadelaTierra

#Quédateencasa

 

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