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MICRO | Fidel Ernesto

El abogado y profesor de Derecho Constitucional, Fidel Ernesto Narváez, vivió el inicio de las protestas del gobierno de Ortega en abril de 2018 y tuvo que salir de su país tras ser amenazado de muerte. Ahora sigue la lucha desde el exterior y crea máscaras inspiradas en las del pueblo indígena de Monimbó.

Por: Gerard S. Ferrando | Fotografías: Alberto Pla

“Confecciono máscaras para visibilizar la lucha de Nicaragua y la de otros pueblos”

MICRO se acerca a la convulsa realidad de Nicaragua de la mano del asilado político en España, Fidel Ernesto Narváez. Profesor de Derecho Constitucional, abogado y librero “en mis tiempos libres”, como él mismo se define, vivió en primera línea el inicio de las protestas al gobierno de Daniel Ortega en abril de 2018 y luego tuvo que huir apresuradamente de su país, pues su vida estaba amenazada. Ahora es miembro de la Caravana Internacional de Solidaridad con Nicaragua y también cuenta con un taller en el que diseña y crea máscaras monimboseñas para visibilizar la lucha de su pueblo y también el de tantos otros de todo el mundo: “realizo máscaras artesanales con el objetivo de dotarlas de significado político y divulgar a través de ellas la resistencia de los pueblos y en concreto la del mío, el nicaragüenese”, asevera.

Cuéntenos más de sus máscaras ¿cómo las hace, qué objetivos tienen y en qué se inspira para ellas?

Se llaman máscaras monimboseñas porque provienen de una comunidad indígena de Monimbó en el departamento de Masaya en el pacífico nicaragüense. Estas máscaras las hago con el objetivo de dotar de un objetivo simbólico o de un significado político a la resistencia de los pueblos porque realmente estas máscaras también se utilizaron como una forma de protesta en los bailes y en las expresiones culturales durante la colonia y durante la resistencia a la dictadura somocista. En esta dictadura actual también están siendo significadas por la población como un elemento muy importante de cómo las personas pueden hacer cada quien sus máscaras. Pueden hacer las máscaras desde sus casas, sus escuelas, sus universidades o desde el exterior para dotar de un contenido simbólico a esas luchas. Pueden imprimir sobre ellas símbolos, frases, colores y texturas que realmente representen esas formas de resistencia que tienen los pueblos del mundo.

 

¿Ha recibido peticiones concretas?

Sí, peticiones con máscaras que representen las luchas que están desarrollando otros pueblos como el palestino o el hondureño que tienen muchos años de estar batallando por una vida mejor y más digna. Es una forma también de empatizar o solidarizarnos con esos pueblos del mundo dándoles un pedazo de nuestra cultura, de lo que tenemos y que es lo más popular, como puede ser la artesanía o el arte popular.

¿Cómo está ahora mismo la situación en Nicaragua?

Nicaragua actualmente está atravesando una crisis humanitaria, política y de valores que también puede verse reflejada en las hermanas repúblicas de Honduras, El Salvador y Guatemala. La mejor forma de poder ayudar a estos pequeños países y a estos pueblos es hacer un trabajo de solidaridad internacional a través de la divulgación de los problemas de derechos humanos, los problemas humanitarios y económicos que tenemos y enfrentarlos siempre desde una matriz integral como puede ser la educación, la cultura y el respeto a los derechos humanos.

 

¿Cómo ha sido la respuesta en Europa y en España de las instituciones y la ciudadanía?

Podríamos decir que Nicaragua es un país privilegiado en cuanto a la solidaridad internacional porque en el pasado ha conseguido mucha solidaridad internacional a raíz de la revolución de 1979 y ha quedado un vínculo de esa familia, esos cooperantes y esas personas que decidieron colaborar con Nicaragua y actualmente se está replicando. Existe todavía ese vínculo de solidaridad y ha sido muy bien recepcionado por la población que vive en Europa y en otros lugares del mundo. Ha sido una oportunidad para poder divulgar la realidad de esos países porque muchas veces no la conocen, pasa desapercibida o los titulares de los periódicos realmente no abarcan toda la conjetura y la realidad que estos países tienen y padecen.

Hablando en positivo, dentro de la dificultad de la situación, recibir esa solidaridad y ver cómo la gente responde también dará aliento.

Hay un crecimiento en términos de hermanamiento internacional, lo que antes se conocía como una lucha internacionalista de hermanamiento de los pueblos, la resistencia de los pueblos, hoy estamos creando una ciudadanía global que tiene respeto por la solidaridad, por la dignidad y la vida de otras personas y pueblos. Es un acercamiento en materia humana, no solamente en el ámbito político sino en el más humano, es muy importante reconocer, fomentar y agradecer en las dos vías. De forma bilateral, tanto la ayuda que recibe la población nicaragüense por parte de la población extranjera, como el apoyo que recibe la población extranjera por parte de la población nicaragüense que está aquí dándoles un ejemplo de resistencia y solidaridad. Son personas que entregan lo poco que tienen y que están esperando también esas formas de humanismo en este siglo XXI que está siendo bastante desaparecida por una nueva forma de vida global que cierra fronteras, que cierra formas de comunicación y espacios de participación y de interculturalidad, creo que es un ejemplo de cómo podemos seguir tendiendo esos puentes.

Fidel Ernesto Narváez. Fotografía: Alberto Pla

¿Qué se está haciendo ahora por parte de la Caravana Internacional de solidaridad con Nicaragua?

Hay un movimiento en Nicaragua que ha dado la voz al mundo a través de sus activistas, asilados, incluso a través de las personas que tenían trabajo y han migrado por temas económicos y luego se han convertido en sujetos políticos y en activistas de derechos humanos. Ellos ahora reconocen que la industria del desplazamiento, que desplaza a las personas por razones económicas, por guerras, por crisis humanitarias, se están dando cuenta de que todo eso tiene una causa y que estando fuera del país esas personas pueden contribuir a poder solventar esos problemas que provocaron sus salidas. Todas las personas que han salido de Nicaragua y que en un determinado momento se han convertido en voces o portavoces de la lucha del pueblo nicaragüense han sido bien recepcionados por sus compatriotas que estaban ya viviendo y que habían sido migrantes económicos y han fomentado una forma de solidaridad y de lucha donde no importan las fronteras ni los espacios. Al final es una ciudadanía global que ya tiene una visión de derechos humanos y de seguir acompañando cualquier persona donde se encuentre y de dónde sea a la resistencia de los pueblos frente a la injusticia.

¿Si esto lo ve alguien que está en Nicaragua que no ha podido o querido salir de allí qué le diría?

Yo le diría al que está dentro de Nicaragua y quiere salir o al que quiere seguir resistiendo que hagan caso a su conciencia. Que siga los sueños que tenga porque realmente no podemos reprimir el deseo de ser libres, de vivir con dignidad, de tener justicia, democracia y libertad. Esa persona no tiene que reprimir ese deseo si quiere quedarse y seguir resistiendo o si quiere irse y seguir la lucha desde afuera o quiere estar con su familia en un lugar seguro. Todo es respetable, pero que no reprima ese deseo porque realmente sería hacerse violencia a sí mismo y estar repitiendo esa estructura de violencia orgánica y sistémica que ya padecemos los pueblos de Centroamérica.

 

 

 

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