Por Gerard Sánchez | Fotografías Alberto Pla | Edición Sonia Climent
El Día Mundial de la Salud es uno de los que cuenta con mayor trayectoria. No en vano fue declarado por la Asamblea Mundial de la Salud en 1948. Es decir, en plena época de postguerra mundial y con gran parte del mundo sumido en una fuerte crisis. En este año 2021, el mundo se encuentra, de nuevo, en una gran crisis, aunque en esta ocasión de otro tipo, ocasionada por un virus letal que se ha expandido por todo el mundo y que ha cambiado nuestra forma de vivir y, también, de entender la salud y su gran relevancia.
Por ello en esta ocasión queremos conmemorar este importante día dando la voz a una de las organizaciones que luchan cada día por mejorar la salud no solo en España sino en otros muchos lugares del planeta. Se trata de Médicos del Mundo y concretamente de su presidenta en la Comunidad Valenciana, Ana Pérez.
«Con motivo de la COVID determinadas poblaciones que parecía que estaban protegidas por el estado han mostrado su vulnerabilidad. Por ejemplo, personas ancianas en residencias; personas pobres, personas simplemente que no han tenido recursos económicos para sobrevivir a la pandemia; y nuestros colectivos con los que ya trabajamos que tenían una cierta cobertura social y nosotros, como es nuestra misión, les ayudábamos a entrar en el sistema. Entonces es cuando se ha visto la fragilidad de las estructuras sociales y sanitarias, pero sobre todo las sociales que sustentan el país», reflexiona Ana Pérez.
Ella explica que a lo largo de esta pandemia «hemos pasado desde un enfoque mucho de incidencia política y de cambio social un poco a tener que dar apoyo a esas necesidades básicas de la gente. Por supuesto, las necesidades sociales y sanitarias también se han incrementado.»
Proporcionar salud a las personas que no tienen acceso a ella
En un día como hoy y en una pandemia como esta salta a la vista la importancia de los sistemas públicos y universales de salud. Sistemas que, desgraciadamente, no llegan a todo el mundo, ni siquiera en los países que se autodenominan desarrollados: «Una de las cosas que hacemos en MDM es dar apoyo a las personas sin atención sanitaria para que puedan acceder al sistema de salud público. Eso lo hacíamos antes y, ahora, lo seguimos haciendo. Eso también lo hacemos en todo el mundo, en los programas internacionales damos apoyo a los sistemas sanitarios públicos que están debilitados y ayudamos a las personas a que accedan a esos sistemas, sin que nosotros seamos exactamente el sistema sanitario, sino que nosotros les damos apoyo», explica Pérez.
Ella matiza que, incluso en los momentos más duros de la pandemia «hay situaciones en las que a la gente se le ha seguido negando la atención sanitaria y con estos miedos y esta mala formación incluso se les ha negado la atención física y la entrada física a los centros de salud, a pesar de que existe una norma interna de la Conselleria que dijo que todas las gestiones referentes al derecho a la salud se tenía que decir que sí y se tenían que tramitar por teléfono».
El Covid y otros virus o enfermedades silenciadas
Otra cosa que ha quedado patente en esta pandemia es que cuando afecta al llamado «primer mundo» es cuando saltan todas las alarmas. Alarmas que, en cambio, se silencian cuando los afectados son países o personas de otros lugares. «El COVID es un virus muy contagioso pero también hay otros virus contagiosos en nuestro trabajo cotidiano. Esto ya es una opinión personal, nosotros trabajamos exponiéndonos a agentes infecciosos desde siempre, antes no se conocían las vías de transmisión pero el COVID con el tiempo se ha ido demostrando que la vía de transmisión es aérea, que te puedes proteger… y trabajamos protegidos. Yo que trabajo exponiéndome al COVID a diario, yo no soy héroe, yo trabajo, es mi trabajo y me protejo. Pero también me protejo cuando tengo un paciente con meningitis. Me tengo que proteger i tomarme una profilaxis. Quiero decir, no es el primer agente infeccioso», comenta.
Ella explica, como opinión personal que «esta epidemia que ha afectado a los ricos pues a lo mejor hay más epidemias que afectan a los pobres y que no son ni tan visibilizadas: la malaria, tuberculosis… las enfermedades de los pobres. Hay muchas enfermedades que son raras, enfermedades transmisibles: parasitosis, etc. Pero la malaria, la malaria… hay 500 millones de personas infectadas en todo el mundo. La tuberculosis es una pandemia mundial, está como olvidada porque es una enfermedad de países pobres y dentro de los países ricos, de personas pobres. Es para reflexionar, el COVID es una pandemia mundial pero porque ha afectado a países ricos y ha paralizado la economía».
Por una salud ágil y adaptable
Para Ana Pérez, uno de los aprendizajes de esta pandemia es que «lo que nos hemos dado cuenta es de que tenemos que ser ágiles en la adaptación a los cambiantes contextos de la salud en el mundo».
«El contexto de los países no es estable y el contexto mundial no es estable y esta pandemia nos ha demostrado que las cosas pueden cambiar de un día para otro. Como MDM estamos haciendo el ejercicio de adaptarnos», indica y añade: «Tenemos que seguir dando apoyo social y sanitario, hemos tenido que hacer trabajo de intervención donde lo no hacíamos y esa necesidad de adaptación rápida y de aprendizaje, estamos muy inmersos en eso ahora».
La presidenta autonómica de Médicos del Mundo concluye con esta reflexión: «Lo que me gustaría es que la gente aprendiera, recogiera información de diversas fuentes y se generara una idea de cómo está funcionando el mundo, más con lo que ha pasado, de que nada es estable, de que nada es perpetuo y que esto derivara en una intención firme de apoyo a los demás. Generarse una conciencia social de ayuda y de apoyo. Yo por lo que abogo es por menos individualismo y un poco más de conciencia social. Eso pasa por un aprendizaje, por un entrenamiento, por un conocimiento, también cada uno la medida que su tiempo y capacidades se lo permitan. Eso es lo que me gustaría. A mi ser voluntaria de una ONG me ha hecho cambiar mucho mi paradigma del mundo, yo no empecé a los 15 años, yo empecé a los 40. Siempre he tenido inquietud, pero empecé tarde entonces. Nunca es tarde para aprender a ver el mundo con ojos diferentes».