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Rozalén: «La vida se trata de intentar ser feliz haciendo también felices a los demás»

Por: Gerard Sánchez

La crisis causada por el Covid-19 ha puesto de manifiesto la importancia de reforzar cuestiones como la solidaridad, la humanidad y también la creatividad de cada ser humano. En medio de un clima de confinamiento, de tristeza y miedos, la música se ha convertido en una vía de escape y esperanza para muchas personas. Ya han surgido en todo el mundo canciones inspiradas en el confinamiento, pero una de las más especiales y solidarias, es “Aves enjauladas”, el nuevo tema que la cantautora y activista albaceteña, Rozalén, escribió desde su confinamiento en la sierra madrileña y que cantó desde allí a un mundo con muchas incógnitas en su porvenir. Pero, además, esta canción va dedicada a la ONG Entreculturas y, concretamente, su recaudación (a través de Youtube, Spotify y otras plataformas) va destinada a un proyecto de apoyo a la red de pisos de acogida para familias, mujeres e infancia en situación de vulnerabilidad, que el Servicio jesuita a Migrantes (SJM) desarrolla en Valencia. Así nos lo cuenta ella misma en esta entrevista que nos concede desde un confinamiento que, además de servirle para centrarse en escribir las canciones de su nuevo disco, también le está permitiendo descansar.

Mujeres residentes en los pisos que el Servicio Jesuita al Migrante (SJM) tiene en Valencia y a las que va destinado la recaudación de la canción «aves enjauladas» de Rozalén. Foto: Kristóf Holvényi

Rozalén, licenciada en psicología por la Universidad de Murcia y con un máster en musicoterapia, es una persona sensible y comprometida en varias causas sociales. Ella conoce bien la labor esencial que lleva a cabo Entreculturas en España y en otros países. De hecho, justo antes de que se decretara el estado de alarma había regresado de El Chad, junto con Beatriz Romero, la intérprete de lengua de signos que la acompaña en todos sus conciertos. Allí visitaron, de la mano de los socios locales de Entreculturas como son el Servicio Jesuita a Refugiados y Fe y Alegría, el campo de refugiados de Djabal, situado al este de Chad, en la frontera con Sudán, y conocieron de primera mano problemáticas como la ablación femenina. Además, antes de ello, ambias habían viajado a Guatemala con Entreculturas para apoyar otro de sus proyectos, el de “la luz de las niñas”.

Rozalén y Beatriz Romero visitaron los proyectos de Entreculturas en El Chad justo antes de que se declarara el estado de alarma. Foto: Entreculturas

¿Por qué decidió apoyar a Entreculturas con la recaudación de su canción “aves enjauladas”?

Conozco muy bien la ONG Entreculturas, he ido personalmente a varios países a visitar proyectos con ellos, me gusta mucho como trabajan, me parecen muy honestos y me encanta su forma de trabajar. Les pregunté si tenían algún proyecto en España, porque casi todo lo que había hecho con ellos había sido fuera, y me hablaron de esta red de pisos para familias y mujeres vulnerables y lo vi claro. Sé que va a ir a un buen lugar.

¿Cuál es su relación con ellos y qué le ha aportado a usted personalmente?

Me siento un poco en casa con ellos, estuve hace un año en Guatemala con ellos, este año antes de que empezara la pandemia estuve en un campo de refugiados en Chad y, personalmente, el trato que he tenido ha sido maravilloso y ya somos amigos. Personalmente, tanto lo que visité en Guatemala como lo de Chad han sido experiencias muy especiales. Mira que yo he viajado y he hecho cosas de cooperación, pero son aprendizajes incluso mucho más grandes que muchas de las asignaturas que estudié en la carrera de psicología.

Como dice, ha viajado a Guatemala y el Chad con Entreculturas, ¿qué le impactó más en cada uno de ellos?

En Guatemala me impactó mucho lo que vi en el barrio de Limón, uno de los más duros y peligrosos del país, el tema de las maras, de cómo funciona allí, lo conocía por encima pero no era consciente de cómo era todo esto en Centroamérica. En Chad, en un campo de refugiados, lo que más me impactó fue la historia de las mujeres, todo lo relacionado con la mutilación femenina.

Rozalén y Beatriz Romero durante su visita a Guatemala para apoyar el proyecto «la luz de las niñas» de Entreculturas.

¿Son la música y la escritura buenas vías de escape para el confinamiento?

¡Absolutamente! La cultura en general está siendo lo que nos entretiene en el confinamiento y mantiene ocupada nuestra cabeza. Estoy escuchando mucha música, estoy escribiendo mucho, leyendo y cantando y son los mejores momentos, sin duda. Encima, en mi caso es trabajo porque la mayoría de las cosas que escribo se convierten luego en canciones. Para mí es una vía de escape fundamental.

¿Cómo lleva una persona acostumbrada a viajar, a dar conciertos… y que, además, le gusta tanto el trato cercano y humano, este confinamiento?

Voy a sacar la parte positiva, es verdad que yo necesitaba descansar desde hacía mucho tiempo y no era capaz. Suelo estar todo el tiempo rodeada de gente. Creo que a nivel personal esto está siendo positivo porque estoy haciendo cosas que tenía que hacer desde hace tiempo. Estoy descansando, estoy durmiendo ocho horas diarias, estoy cocinando lento, estoy dedicando tiempo a mi hogar y a mi pareja que también es algo que no es habitual en mí y leyendo mucho. Creo que personalmente a mi esto me está sentando bien.

¿Cómo motivaría a grandes y pequeños a tratar de escribir canciones como terapia?

Yo, cuando empecé a escribir canciones lo hice a modo de juego y es muy divertido porque te pone la cabeza a crear, a improvisar melodías. Cuando hago canciones siempre suelo partir de un brainstorming (tormenta de ideas) con todo lo que se me pasa por la cabeza, es súper inspirador y terapéutico. Lo más importante es que no hay que tener miedo a hacerlo mal. Si sale algo de poca calidad, da igual, porque le sirve a uno mismo también. Es divertidísimo y les diría que no pierdan esta oportunidad.

La cantautora albaceteña Rozalén durante su visita a Guatemala con Entreculturas.

Dicen que la música calma a las fieras, ¿puede calmar también nuestras preocupaciones y frustraciones, más aún en estos tiempos de estado de alarma?

Creo que sí, en mi caso hay veces que una canción me lleva de la tristeza a la euforia y la alegría absoluta. Es uno de los poderes de las canciones llevarte de un estado de ánimo a otro. Te hace también olvidar cosas. A veces, cuando tengo la cabeza muy llena de información, me pongo canciones que me hacen no pensar, sino bailar, divertirme y punto. Eso también es importante. Hay otras que me llevan al llanto o la emoción que también es necesario y hay que sacar afuera muchas cosas. Claro que nos calma, a todos los niveles.

Se nos pide que nos quedemos en casa, pero ¿qué les podemos pedir a aquellos que no la tienen?

No hay que pedirles nada, hay que pedirles a los que tienen y a los que mandan que no se puede permitir que haya gente que no tenga una casa. Casas vacías y gente sin casa, eso es inhumano, entonces a ellos no hay que pedirles, sino a otros.

En El Chad Rozalén visitó un campo de refugiados en la frontera con Sudán del Sur.

¿De dónde le viene a Rozalén su lado más solidario?

Yo vengo de la psicología, además de la rama social, a mi todo esto, o se tiene o no se tiene, tiene que ver con eso y con la educación que he recibido. Mis padres, mis maestros en el cole siempre de pequeña me han dicho que la vida tiene que ser así, se trata de intentar ser feliz haciendo también felices a los demás. Es algo que me parece como la lógica del caminar. Con el paso del tiempo he entendido que no es así para mucha gente, para la gran mayoría sí, pero para unos pocos no. Es un camino también y hay que elegirlo. A mi me sale de manera natural porque creo que es lo que se tiene que hacer, es la responsabilidad de cada uno y no entiendo otra forma de vivir. Pero eso me viene de mi familia y de la educación recibida también.

Más información:

La canción de Rozalén «aves enjauladas» forma parte de un proyecto de Entreculturas y el Servicio Jesuita al Migrante (SJM) con el que también se puede contribuir mediante una donación directa en este enlace.

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