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Ser mujer en Etiopía, una carrera de fondo

Por: G. Sánchez

Este 8 de Marzo lo recibimos en Muketuri, Etiopía, lejos de las grandes manifestaciones que se celebran en las principales ciudades de España y del mundo. Pero lo vivimos rodeados de mujeres fuertes y resilientes como Genet, Deribe, Friwot, Yitayish, Enat y tantas otras. Lourdes Larruy, la directora de la Comunidad Misionera San Pablo Apóstol de Muketuri, nos decía hace unos días que este es un país de personas resistentes, las atletas de largas distancias son, tal vez, el ejemplo más conocido fuera de estas fronteras. Pero aquí, las heroínas son otras, son esas mujeres que sacan adelante a sus familias, que cultivan los huertos, que acuden a los pozos a recoger el agua y que, en demasiadas ocasiones, no alcanzan a soñar con otro tipo de vida que el que han visto reproducirse, generación tras generación, en sus familias.

Deribe, líder del proyecto de pozos y huertos en Gimbichu posa con el pañuelo del Día de la Mujer. Fotografía: Alberto Pla

La verdad es que esas carreras de fondo se disputan aquí en las vidas de cada ser humano y arrancan desde los primeros segundos, días, meses y años de vida. En un lugar con una tasa de mortalidad infantil (menores de 5 años) que supera el 40% y con una esperanza de vida de tan solo 65 años no hay que pararse a pensar demasiado para apreciar la importancia de los programas de nutrición que lleva a cabo la comunidad misionera San Pablo Apóstol y la ONG MOSSolidaria, presidida por otra mujer con una energía y vitalidad contagiosas como es Mari Olcina.

Mari Olcina, presidenta de la ONG MOSSolidaria, atiende a un niño del programa de desnutridos. Fotografía: Alberto Pla

Y aquí, en un lugar donde la Inyera es el plato tradicional, Mari Olcina nos recuerda la respuesta de una mujer que la preparaba cuando le preguntó si la comía a diario: “la como cuando puedo”, le dijo esbozando una sonrisa repleta de resignación. Olcina, graduada en Nutrición Humana y Dietética, sabe bien todo lo que esa respuesta lleva implícita porque ve la necesidad acuciante cada vez que lleva a cabo el seguimiento de los niños y niñas del programa de gemelos y desnutridos el cual va destinado también a las mujeres embarazadas y lactantes.

Este día de la mujer lo compartimos también con Cata, Valentina, Francisca, Isidora, Andrea, Coni, María y Paola, un grupo de ocho jóvenes voluntarias chilenas de la Fundación Chilena Amigos de Etiopía (FAE) que llevan ya dos meses aquí contagiando su alegría y entusiasmo y recibiendo, al mismo tiempo, la misma pasión y entrega del pueblo de Muketuri. Una de sus acciones consistió, a raíz del Día Internacional de la Mujer, en dar una charla, a las jóvenes estudiantes de la residencia Maite Iglesias en la cual intercambiaron experiencias y que acabó con la petición de que cada una de las asistentes escribiera, en un pequeño papel, qué deseaba para ella o para las mujeres. Y entre las respuestas, que cada una colgaba en una cartulina y que fueron leídas por Yitayish, la cual también estudió en la residencia y ahora quiere ser misionera, una se nos quedó especialmente grabada: “Vivir sin tenerle miedo a tu marido”. No se nos ocurre un ejemplo mejor para mostrárselo todos aquellos que piensan que en esto de la igualdad ya está todo conseguido.

Progresar y convertirse en referentes

“Las mujeres etíopes quieren vivir en su país, aumentar sus posibilidades para dar a su comunidad lo máximo posible, como Yitayish que quiere ser misionera y devolver todo lo que se le ha dado. O como Genet, que ya es el presente de este país y es un referente para muchas otras”, asevera Mari Olcina.

Este 8M es también el día de nuestra compañera Yolanda González que con su cámara rompe barreras cada día y es un ejemplo de mujer fuerte, íntegra y comprometida.

Una mujer de la comunidad de Gimbichu viene de trabajar en los huertos. Fotografía: Alberto Pla

Las mujeres etíopes con las que nos hemos encontrado miran a la vida de frente, le sonríen a la adversidad, saben que de ellas depende no solo el futuro de sus hijos sino el de su comunidad y, por extensión, el de su país. Etiopía, el único país de África que nunca fue colonizado, es el único en la actualidad en todo el continente en contar con una presidenta estatal, Sahlework Zewde, rompiendo así uno de los techos de cristal más resistentes que existen, aunque no es menos verdad que su cargo no tiene ningún poder ejecutivo. Pero, por debajo, todavía quedan muchos techos por romper, muchas barreras por derribar, muchas desigualdades que equilibrar y, sobre todo, muchas conciencias que cambiar, empezando por la de ellas mismas, por las de las nuevas generaciones como Genet, Friwot, Enat o Yitayish que, por fin, se atreven a soñar con un futuro distinto en el que, precisamente ellas, sean el motor del cambio.  Como afirmó Sahlework en su toma de posesión: «Necesitamos convertirnos en una sociedad que rechace la opresión de las mujeres«.

Las protagonistas del documental que estamos elaborando para la Comunidad Misionera San Pablo Apóstol y MOSSolidaria no asisten este 8M a ninguna manifestación feminista, pero su lucha la llevan en su día a día cada vez que estudian por superarse, cada vez que contribuyen a cambiar las estadísticas y cada vez que otras niñas las miran y quieren emularlas y llegar a ser ellas mismas. Porque aquí ser mujer es una carrera de fondo que se gana desde la humildad, pero también desde la constancia y la dignidad.

Yolanda González (a la izquierda), operadora de cámara, Mari Olcina de la ONG MOSSolidaria (tercera por la derecha), y Lourdes Larruy (en el centro) junto una familia etíope en Muketuri. Fotografía: Alberto Pla

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