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Gervasio Sánchez: «Lo que hago es mostrar a los personajes con la dignidad que se merecen»

Texto: Gerard Sánchez | Fotos: Lucía Puche

“Rosalinda Domínguez es una activista, ambientalista, que trabaja como tesorera para la organización Copín, que era la organización de la que era presidenta Berta Cáceres, asesinada en marzo de 2016. Una de los recursos que hemos utilizado para este proyecto es ir a los lugares donde vivían los ambientalistas para ver cuál es un poco la situación que se vive allí, las amenazas clarísimas, pero también otras más veladas, las persecuciones, las vigilancias y me sorprendió mucho, le hice esta fotografía en el río en el que Berta Cáceres fue asesinada. Es una mujer madre de 11 hijos, vive en condiciones muy duras, muy difíciles, muy humilde. Puede dar una imagen o una idea de que sea una mujer endeble, pero tiene una dignidad, una pasión por la vida y una fuerza de lucha impresionantes, es una mujer que te dice que no se dan cuenta los que nos persiguen que no tenemos amor por el dinero, que no nos van a comprar, y eso da una idea clara de la fuerza de estos movimientos indígenas que luchan contra poderes muy ocultos y poderosos, empresarios sin escrúpulos, gobiernos muy corruptos, pistoleros que disparan a la primera de cambo y con financiación internacional de grandes empresas y grandes bancos internacionales”

Así empezaba la entrevista, el fotoperiodista Gervasio Sánchez, que nos hacía un recorrido personalizado por su exposición, “Activistas por la vida” que se puede visitar en el Colegio Mayor Rector Peset de Valencia hasta el 26 de marzo y que organiza en colaboración con la organización Entrepobles y con financiación de Cooperación Internacional de la Generalitat de Cataluña.

Gervasio Sánchez
Gervasio Sánchez durante un momento de la entrevista, en la exposición «Activistas por la vida», en el colegio Rector Peset de Valencia. Foto: Lucía Puche.

Él mismo nos explicaba que esta exposición lo que hace es «documentar 40 historias de mujeres y hombres que son muy amenazados de muerte y que luchan en sus comunidades originarias contra las grandes empresas hidroeléctricas, cementeras, mineras, que luchan contra el aceite de palma, los ingenios azucareros… y que intentan por todos los medios que su entorno natural no sea destruido porque al fin y al cabo de los ríos, de los mares, de las costas como los garífunas en Honduras, o de los ríos de los mayas kitche de Guatemala se nutren. Con esa agua limpia cultivan, con esa agua limpia se bañan, cocinan, limpian y beben. Toda esta destrucción del medio ambiente hace que sus vidas puedan ser mucho más difíciles”.

«Lo que ocurre es que muchas de estas empresas extranjeras se benefician de leyes hechas a medida, por gobiernos corruptos, y esto le da un viso de legalidad que en realidad no tienen, porque lo hacen contra la voluntad de los indígenas»

Nos contabas la vida de Rosalinda, pero antes no estabas relatando la historia de varias mujeres que fueron violadas, torturadas y esclavizadas y cuyos rostros también aparecen en esta exposición…

La verdad es que la violencia sexual como arma de guerra se ha utilizado desde tiempos inmemoriales, por suerte, a partir de 2010, Naciones Unidas ya consideró que la violación es un crimen de lesa humanidad, aunque todavía la legislación internacional no lo recoge. Este nuevo planteamiento internacional ha permitido que mujeres indígenas guatemaltecas, que fueron secuestradas, violadas, y convertidas en esclavas sexuales y cuyos maridos están desaparecidos, hayan presentado 30 años después, querellas contra los responsables y que hayan conseguido que una corte penal, local, de Guatemala, haya decretado una primera sentencia contra el esclavismo sexual en la historia. Luego también te encuentras casos de mujeres que han sido violadas en las batallas actuales contra las hidroeléctricas, y que han tenido que irse a Canadá a presentar sus causas jurídicas contra las empresas canadienses que estaban detrás de estos proyectos. Al final, en estos proyectos, lo que ocurre es que muchas de estas empresas extranjeras se benefician de leyes hechas a medida, por gobiernos corruptos, y esto le da un viso de legalidad que en realidad no tienen, porque lo hacen contra la voluntad de los indígenas. Y muchas veces los indígenas se organizan en plebiscitos locales donde demuestran que por encima del 90% están en contra de estos proyectos.

Gervasio Sánchez
Gervasio Sánchez con el libro «30 anys de cooperació valenciana» que editamos en 2020 para la Generalitat Valenciana. Foto: Lucía Puche.

También hay historias de personas que lideran radios comunitarias, radios perseguidas, te queríamos preguntar, como periodistas, y teniendo en cuenta que el 13 de febrero es el Día Mundial de la Radio, estas luchas con escasos medios que llevan a cabo y contra todo.

Contra todo y contra mucha violencia y muchas amenazas. Uno de los protagonistas de esta exposición es el Padre Melo que es jesuita, periodista, creador de Radio Progreso, que es una de las radios comunitarias más importantes de América latina, y evidentemente cuyos periodistas, vivan en Tegucigalpa, la Libertad o cualquier parte de Honduras están muy amenazados de muerte, incluido el padre Melo. Matar al padre Melo, puede costar caro, porque es jesuita y periodista y tendría un gran impacto internacional, pero amenazar a los periodistas locales es mucho más fácil y al final estas cosas acaban haciendo mella, porque hay que ser un héroe para luchar cada día contra la impunidad. Y en estos países la impunidad está claramente relacionada con la incapacidad del estado o su desinterés por buscar a los culpables de los asesinatos y de las amenazas.

«Hay que ser un héroe para luchar cada día contra la impunidad. Y en estos países la impunidad está claramente relacionada con la incapacidad del estado o su desinterés por buscar a los culpables de los asesinatos».

La situación de la prensa sigue muy delicada en muchos lugares del mundo como América Latina, hace poco asesinaron a una periodista en México, uno más, ¿cuál es la situación ahora del periodismo en el mundo. Y en España, hay una situación de normalidad democrática para el ejercicio del periodismo en nuestro país?

Llevo casi 20 años como miembro de la ejecutiva de Reporteros Sin Fronteras, un cargo que voy a abandonar ahora después de mucho tiempo, y cada mañana me levanto con las últimas noticias sobre periodistas amenazados, perseguidos, asesinados, o encarcelados, mi desayuno tiene que ver cada día, siempre, con este tipo de situaciones. En México, lo que va de año ha habido 4 periodistas muertos. En Centroamérica hay muchas amenazas contra periodistas, Colombia igual, y en otros países de la zona la libertad de expresión y la libertad de prensa está en pleno retroceso. En países como España donde la ley mordaza, impuesta por el Partido Popular, pero cuyo desinterés por parte del gobierno actual, hace que llevemos 3 años de espera de cambio de esta ley que ellos se pronunciaron en su momento para cambiarlas a las primeras de cambio, y no lo han hecho, hace que todavía haya periodistas perseguidos, con multas graves, incluso tengan que ir a los tribunales a dejarles claro a los jueces que la libertad de expresión no se toca. No se marea, no se pisotea, por culpa de un poder judicial muy poco, digamos, sensible, a este tipo de temas, por un comportamiento policial, o por una ley plenamente mordaza que hace difícil trabajar. Creo que, sinceramente, lo que habría que hacer, de una vez por todas, es dejarse de prometer cosas en la oposición, actuar de una manera más digna y menos hipócrita cuando se llega al gobierno.

Gervasio Sánchez

En relación a la cooperación y la comunicación, te caracterizas por contar las historias en positivo y como hiciste en Sarajevo vuelves años después para ver qué ha sido de estas personas, ¿Es importante comunicar la cooperación, las historias de la gente que se está dejando la vida en otros lugares del mundo para tratar de construir un mundo mejor? ¿Hay que contar estas historias y cómo hay que contarlas?

No soy muy partidario de usar palabrejas del vocabulario español como “esperanza”, o “positividad”… en este tipo de trabajos. Yo lo que hago es mostrar a los personajes, con la dignidad que se merecen y como me gustaría que me trataran a mi si yo estuviera en su lugar. Esto es un río (señala el río en la fotografía) en la que ha habido una batalla sangrienta, con muertos, como Berta Cáceres, Rosalinda aparece en él. Este es otro río de personas que luchan para evitar que se conviertan estos lugares en un desastre. Luego hay personas que luchan en la universidad, como Brenda, contra imposiciones y reacciones de prohibiciones continuas. Gente que lucha contra cementeras, mineras… al final lo que hago es intentar mostrar a estas personas con sus fortalezas, con su discurso digno, con su fortaleza mental, con su fuerza de lucha e intentando que la gente, desde lejos, entienda que no es igual ser ecologista en Europa, donde como máximo te van a dar un porrazo en una manifestación y si detienen a tu hijo menor irás a buscarlo a la comisaría, que ser activista en América latina, y América central, donde rebelarte contra los poderes ocultos significa la muerte, que te peguen un tiro en la cabeza. Me interesa este tipo de temas, lo he hecho toda mi vida, sigo en contacto con mutilados por minas antipersona a los que conocí hace 20 años. Les llevo haciendo un seguimiento. Personas que conocí con 14 o 15 años y ahora tienen 40 los sigo documentando, historias que he hecho en Balcanes y cuyas fotografías me han dado un cierto peso periodístico, me gusta saber qué ha pasado con ellos, y los busco, y los encuentro y los vuelvo a mostrar décadas después y esto habla mucho mejor del periodismo y demuestra el impacto de la violencia, que muchos de los reportajes y comentarios y discursos muchas veces hipócritas de nuestros queridos políticos.

«No es igual ser ecologista en Europa, donde como máximo te van a dar un porrazo en una manifestación y si detienen a tu hijo menor irás a buscarlo a la comisaría, que ser activista en América latina, y América central, donde rebelarte contra los poderes ocultos significa la muerte».

Otro maestro del periodismo, como Ryszard Kapuściński. Decía que para ser buen periodista hay que ser buena persona ¿estás de acuerdo o se impone demasiado el morbo y el contar lo  más escabroso o lo más polémico o amarillista?

Está muy bien porque Richard, o Ricardo, yo le llamaba Ricardo porque le conocí y le llamábamos así, además, a él le gustaba mucho mandar las cartas firmando así, era una persona, que venía de un gran pequeño país que es Polonia, sin mucha implicación periodística, en tiempos de comunismo, que viajó por todo el mundo, y que en una época determinada de su vida empezó a hacer libros que son muy valiosos. Él, verdaderamente, creo que como persona era bastante digna, a pesar de que era, posiblemente, el periodista más conocido del mundo, no iba poniéndose medallas, y consideraba que cuando tu tienes el poder de tomar decisiones las puedes tomar en positivo o en negativo, si eres una mala persona, va a ser un horror, si eres una buena persona vas a ser condescendiente, generoso, vas a valorar el trabajo de las personas. Yo, en mi vida profesional, que llevo 40 años trabajando como periodista independiente, he encontrado a personas muy dignas, pero también personas altamente vergonzosas, que hacían valoraciones de sus trabajos a la baja para beneficiar a la empresa, personas envidiosas, egoístas y que han hecho mucho daño al periodismo. Evidentemente, parafraseando a Ricardo, los cínicos no sirven para este oficio, y las malas personas tampoco. O no deberían servir.

«Evidentemente, parafraseando a Ricardo, los cínicos no sirven para este oficio, y las malas personas tampoco. O no deberían servir».

Gervasio Sánchez

¿Tú que has estado en tantos países en conflicto en tantos momentos de la historia, y que como todos nosotros está viviendo esta pandemia mundial ahora, ¿crees que hemos aprendido algo, crees que la humanidad tiene remedio?

El problema grave es que los ciudadanos son muy pasivos y se creen desde el primer momento las mentiras de sus gobernantes. Hemos visto en España, da igual cual sea el color del partido que estuviese en el gobierno, todos, centrales, autonómicos, locales, han intentado infantilizar a la población, a la opinión pública, los han sometido a una especie de intento de sobornarles para hacerles creer que la mejor forma de actuar era aplaudir a las ocho de la tarde. Yo, que a esa hora normalmente estaba escribiendo mi crónica del día, después de ver morir a muchas personas por la Covid, me reía mucho porque incluso mis vecinos aplaudían, y te das cuenta lo fácil que es manipular al ciudadano medio. Igual que de repente en 2003 se hizo un alegato de no a la guerra, cuando ni en los Balcanes, ni en Ruanda, ni ahora en Siria o en Afganistán, se ha hecho lo mismo. Deberíamos preguntarnos por qué salimos a luchar contra una guerra determinada, y no salimos a luchar por otra. Quizás porque nos llevan como borregos a todos cogidos del redil y los partidos políticos, en especial algunos de ellos, son especialistas, en manipular a la opinión pública y lo que debemos hacer los ciudadanos es intentar por todos los medios aprender, ser más autónomos de mentalidad y no estar siempre dispuestos a batallar cuando nuestro partido favorito está en la oposición y callarnos cuando está en el poder, que es muy típico del ciudadano medio español, incluido el valenciano, y de alguna forma empezar un poco a ser más críticos con el poder, más autónomos mentalmente para que el mundo mejore un poco más.

«Deberíamos preguntarnos por qué salimos a luchar contra una guerra determinada, y no salimos a luchar por otra. Quizás porque nos llevan como borregos a todos cogidos del redil».

Ahora que está de moda la película “No mires arriba”, que debate sobre si se debería contar a la humanidad o no que el hecho de que un meteorito fuera a acabar con la vida en la tierra ¿si dependiera de ti dar la noticia lo darías o no?

A mi la película me ha parecido bastante superficial en general, no me ha parecido el peliculón que me decían que íbamos a ver. Y quizás últimamente estoy bastante crítico con el cine en general y me parecen todas las películas que veo bastante lamentables. Pero creo sinceramente que la única manera de que una serie de personajes nefastos de la política internacional no manipulen a la información es que el periodismo tenga el mismo interés para el ciudadano que la educación o la sanidad. Una sociedad sin buen periodismo como es la española, y por extensión, la valenciana, es más fácil de manipular. Hagamos buen periodismo, los periodistas, dejémonos de mirar por la ventana y decir frases huecas, vayamos a los sitios donde ocurren los hechos, demostremos al ciudadano medio que pueden confiar en nosotros. Y no, como pasa habitualmente, que tienes que escuchar que los periodistas estamos todos vendidos al mejor postor, cuando mis mejores amigos han muerto ejerciendo el periodismo con mayúsculas, y empecemos a llamar a las cosas por su nombre. Cuando una empresa está embadurnando de periodismo sus intereses personalistas, denunciémoslo. Cuando un grupo de personajes nefastos del periodismo se dedican a mendigar el dinero a cualquier precio, denunciémoslo. Si vamos a la calle, busquemos una alternativa laboral y dejémonos de hacerles el juego a los farsantes que han destruido este oficio.

«Creo sinceramente que la única manera de que una serie de personajes nefastos de la política internacional no manipulen a la información es que el periodismo tenga el mismo interés para el ciudadano que la educación o la sanidad».

Gervasio Sánchez

Pepe Domingo Castaño nos decía el otro día en una entrevista que había un director de periódico que reñía a sus periodistas cuando los veía en la redacción y los mandaba a la calle que era donde estaban las noticias y las historias. Hoy en día, ¿el periodismo se hace demasiado en las redacciones donde incluso ya hay máquinas para fichar el tiempo como si fuera una fábrica?

Durante la pandemia ha habido incluso periodistas muy conocidos, a los que yo incluso respetaba, pero que ahora evidentemente ya no respeto, que decían que lo mejor era quedarse en casa haciendo periodismo de balcón. Decirle a esta gente que eso no tiene nada que ver con el periodismo. A la guerra hay que ir y contarla. Es voluntario, no te voy a mandar a ti ni a nadie. Tu vas si quieres ir, pero sino quieres ir deja pasar a otra persona que quiera ir. Pero lo que no puedes hacer es contar la guerra desde la ventana de tu casa, o decir que estás en la guerra, cuando estás a miles de kilómetros. Esto es el vicio de nuestra época. ¿Qué pasa?, al final, lo importante es que tu trayectoria sea lo más inmaculada posible, que nadie te pueda encontrar algo que pueda ser objetable, que no hayas hecho trampas y que intentes mantener la dignidad de este oficio que es cada vez más difícil y más complejo.

«A la guerra hay que ir y contarla. Es voluntario, no te voy a mandar a ti ni a nadie. Tu vas si quieres ir, pero sino quieres ir deja pasar a otra persona que quiera ir. Pero lo que no puedes hacer es contar la guerra desde la ventana de tu casa».

Has recibido gran cantidad de premios en tu carrera pero tal vez el mejor premio, como decíamos antes, es volver a visitar a tus personajes y ver que, efectivamente, su vida ha mejorado o la de su país?

Al final, el mejor premios es conseguir hacer un documental con los niños que sufrieron la guerra de Bosnia para que los políticos no conmemoren el 30 aniversario de la guerra, que es en abril, con declaraciones huecas, laudatorias y autocomplacientes. Para que estos niños le digan a los políticos, nos engañásteis, es una vergüenza lo que pasó, nuestro país es un pozo de corrupción que habéis permitido. Si luego consigues, como pasó el año pasado, que tu documental se pase en la televisión bosnia, sin censura, con todas las frases puestas en su lugar, donde la palabra corrupción apareció una decena de veces, estás súper contento porque has dado donde más duele.

Gervasio Sánchez

La exposición «Activistas por la vida», de Gervasio Sánchez, estará abierta al público hasta el 27 de marzo, de martes a domingo de 11 a 19 horas, en la Sala de la Muralla del Colegio Mayor Rector Peset, de la Universitat de València (plaza del Horno de San Nicolas, 4).

 

 

 

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