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La crisis sanitaria agudiza la situación de las empleadas de hogar 

Por Alberto Pla | Fotografías de SEDOAC

Desde que el 30 de marzo de 1988, se celebrase en Bogotá (Colombia) el primer Congreso Latinoamericano de Trabajadoras del Hogar, cada año en la misma fecha se trata de visibilizar uno de los trabajos que ocupan millones de mujeres en el mundo. Un empleo que lejos de convertirse en una oportunidad laboral —principalmente para mujeres migrantes—, supone para muchas de ellas, un régimen en semi esclavitud y con prácticamente ninguna protección social que ha acrecentado la pandemia del virus Covid-19.

Hablamos con Angélica Zuluaga, Coordinadora del área de Mujer de València en el SJM (Servicio Jesuita a Migrantes). Nuestra Agencia tuvo la suerte de contar con ella entre 2016 y 2018 al frente del departamento de producción viajando a lugares como El Salvador, Costa Rica y Nicaragua. Angélica, licenciada en Psicología y experta además en violencia de género, nos cuenta el trabajo con este colectivo que trata de ganarse sus derechos mientras tratan de subsistir y apoyar a sus familias.

Angélica nos atiende al otro lado del teléfono, «Las trabajadoras del hogar tienen muchos frentes abiertos. El primero, probablemente, es la falta de reconocimiento por parte de la administración pública, las internas trabajan muchas veces siete días a la semana durante todo el día y se encuentran sin derecho a paro, ni prestaciones. Si la persona que cuidan muere, se encuentran en la calle con el objetivo de buscar otra familia que, quizá, quiera hacerles un contrato de trabajo para regularizar su situación. Hay personas que atendemos que cobran 400€ y deben sentirse agradecidas por tener una habitación para dormir, y hay otras que cumplen estrictamente lo que manda el Gobierno que tampoco es mucho».

Un grupo de mujeres durante una reunión exigiendo leyes justas. Fotografía: SEDOAC

La crisis sanitaria ha potenciado la acusada falta de derechos que viene denunciando el colectivo, en el que se encuentran entre 550.000 y 600.000 personas trabajando. «Cuando comenzó el estado de alarma muchas mujeres que no tienen los papeles en regla tenían miedo de acudir a su puesto y nos preguntaban qué le dirían a la policía», apunta Angélica. «Decidimos que se quedaran en casa conscientes de que se trataba de un mal menor, por un lado evitábamos un posible arresto pero por otro lado, éramos conscientes que quedarse en casa suponía agravar su ya de por sí precaria situación». Las empleadas del hogar en situación irregular (aproximadamente un 30%) trabajan en la economía sumergida porque no pueden conseguir un contrato o por su situación administrativa necesitan tres años para conseguir una tarjeta de residencia. La regularización es fundamental puesto que es necesario para poder tener salud, seguridad jurídica y poder contribuir a la sociedad. Sin embargo, muchos empleadores prefieren no hacerles contrato ni atender al convenio lo que les deja en una situación de desamparo.

https://www.youtube.com/watch?v=kLePMiatDFM&feature=youtu.be

 

El pasado 27 de marzo, el presidente del Gobierno Pedro Sánchez anunció un subsidio para las personas sin hogar tras la crisis del covid19, esta prestación, que podría ser aprobada en el Consejo de Ministros del martes día 30, se cobraría durante un mes prorrogable y su cuantía sería del 70% de la base de cotización con un máximo de 950 euros, el salario mínimo para 2020. Tras el anuncio, varias asociaciones como MALEN ETXEA – Zumaia Asociación de Trabajadoras y Trabajadores del Hogar de Sevilla Asociación Nosotras por los Cuidados y Empleo de Hogar – Granada, entre otras, reciben la medida como insuficiente y alegan a través de un comunicado que si, «por fin hay una prestación para el resto de trabajadoras, se les exigirá el alta en la SS para poder cobrar, cuando de siempre se sabe que muchas no están dadas de alta, volviéndose ahora contra las trabajadoras la falta de control de la Inspección de Trabajo, una y otra vez reclamada por las organizaciones».

La pandemia del Covid-19 ha potenciado los reclamos y quejas de un colectivo que llevan tiempo pidiendo soluciones. Quizá, después de esta crisis se puedan ponerse sobre la mesa todas las lagunas que sufren cientos de miles de mujeres y comienza a haber voluntad política por cambiar la situación. Mientras tanto, el día como hoy sirve para poner en valor el trabajo sobre la importancia de los cuidados y a las trabajadoras del hogar como piezas fundamentales del cuidado de las personas. Y este año, en concreto, presionar especialmente para que las medidas que se tomen de protección social sobre el coronavirus beneficien a todas las trabajadoras del hogar (no solo las que están de altas en la seguridad social, y que trabajan en la economía sumergida), de carácter retroactivas (desde la fecha del inicio del estado de alarma), y más sostenidas en el tiempo, no solo un mes.

Este 30 de marzo nuestro aplauso será para aquellas profesionales que también junto con otros trabajos esenciales hacen honor al hastag #CuidaAQuienTeCuida y a profesionales como Angélica o asociaciones como el SJM para que sigan anunciando, reivindicando y denunciando una problemática que afecta a un importante número de personas en la sociedad.

 

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