Por: Gerard S. Ferrando
Este 31 de agosto de 2021 será especial para muchas personas en todo el mundo porque, por primera vez, se celebra el Día Internacional de los Afrodescendientes. Una conmemoración que se enmarca dentro del Decenio por la población afrodescendiente, proclamado en 2015 por la Asamblea General de las Naciones Unidas y que se celebra hasta 2024. Este Día Internacional se une a otras jornadas de reivindicación y conmemoración de este colectivo como son el 24 de enero, Día Mundial de la Cultura Africana y Afrodescendiente o el 25 de julio, Día Internacional de la Mujer Afrodescendiente.
Como indican desde Naciones Unidas: “Los días internacionales reflejan los valores que comparte la sociedad. Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y tienen el potencial de contribuir constructivamente al desarrollo y al bienestar de sus sociedades. Toda doctrina de superioridad racial es científicamente falsa, moralmente condenable, socialmente injusta y peligrosa. Debe ser rechazada, junto con las teorías que intentan determinar la existencia de razas humanas separadas”.
«Toda doctrina de superioridad racial es científicamente falsa, moralmente condenable, socialmente injusta y peligrosa».
Cuando pensamos en abusos o malos tratos hacia la población afrodescendiente, solemos remontarnos al pasado colonial, a la época de la esclavitud institucionalizada, pero el racismo, la xenofobia, el odio hacia el “diferente” sigue ahí latente en nuestras sociedades.
De vez en cuando salta a las noticias y la actualidad en forma de abuso policial o manifestaciones contra algún acto de racismo como las que se sucedieron en todo el mundo después del asesinato de George Floyd el 25 de mayo 2020 a manos de policías estadounidenses. Uno de los cuales lo mató de asfixia al presionar con su rodilla el cuello de Floyd contra el pavimento durante 8 minutos y 46 segundos, de forma injustificada.
Pero las personas afrodescendientes viven este racismo y los problemas que conlleva en su vida diaria y cotidiana. Así lo narraron, por ejemplo, con sus propios ejemplos, varias mujeres afrodescendientes el pasado 23 de julio en la conmemoración, organizada por Movimiento por la Paz-MPDL, del Día de la Mujer Afrodescendiente en el Centre del Carme de Valencia.
En esta jornada, además, MPDL presentó el primer informe sobre las mujeres africanas y afrodescendientes elaborado en España. En este informe, cuyas fotografías fueron realizadas por Alberto Pla, se analizaron los factores de discriminación en el acceso a la salud, la educación, el empleo, la vivienda y los servicios sociales.
Un día que, como este 31 de agosto, sirve de reivindicación, pero también de conmemoración, de lucha, y también de memoria, de grito de protesta y de abrazo de unión.
Algo más de la Mitad del Decenio Internacional de los Afrodescendientes
“Cinco años del inicio del Decenio, la pandemia por COVID-19 puso de manifiesto la urgencia de abordar las persistentes desigualdades estructurales y el racismo sistemático en la salud. La falta de reconocimiento sigue siendo uno de los principales obstáculos que impiden el disfrute pleno y efectivo de los derechos humanos por los afrodescendientes”, reconocen fuentes de la ONU.
Una resolución histórica en 2020
El 19 de junio de 2020, menos de un mes después de la muerte de Floyd, el Consejo de Derechos Humanos aprobó la resolución «Promoción y protección de los derechos humanos y las libertades fundamentales de los africanos y los afrodescendientes frente al uso excesivo de la fuerza y otras violaciones de los derechos humanos por los agentes del orden”.
Y luego presentaron un programa para lograr un cambio transformador en favor de la justicia y la igualdad raciales. Sus objetivos principales son “revertir las culturas de negación, desmantelar el racismo sistémico y acelerar el ritmo de la acción; poner fin a la impunidad por las violaciones de los derechos humanos cometidas por los agentes del orden y subsanar el déficit de confianza a este respecto; garantizar que se escuchen las voces de los afrodescendientes y de quienes luchan contra el racismo y que se atiendan sus preocupaciones; y reconocer y hacer frente a los legados, entre otros, mediante la rendición de cuentas y la reparación”.
Iniciativas que, por sí solas, no serán suficientes para acabar con la lacra de la discriminación, la violencia, el odio y el racismo, pero que sí suponen un paso importante, institucional y oficial que marca el camino a seguir para la población en todo el mundo. Al igual que en su día, pero de manera radicalmente opuesta, las políticas de segregación, dominación racial y esclavitud marcaron un camino que todavía hoy cuesta demasiado deshacer.