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«Tener buenas empresas es uno de los factores que ayuda a tener buenas sociedades»

Entrevista y fotografías de Alberto Pla

Jesús Conill (1952) es catedrático de Filosofía Moral y Política en la Universitat de Valencia y patrono fundador de la Fundación Étnor para la ética de los negocios y las organizaciones. Conill tiene una larga trayectoria académica y ha sido reconocido con el premio Lluís Guarner, que otorga la Generalitat Valenciana, por su “contribución en la construcción de una sociedad en la que la ética sea un elemento esencial».

Nos citamos una tarde para hablar de ética y moral en tiempos de pandemia en Russafa (València). Tratamos la importancia de la ética en los negocios, el tono que está adoptando la política, los novedosos conceptos que aparecen en clave de sostenibilidad y desarrollo e incluso la importancia de la intimidad —que lo trata en su último libro— para llegar a sentirnos nosotros mismos y encontrar una paz que, probablemente, cuesta encontrar con el ritmo de vida que llevamos.

PREGUNTA. ¿Vivimos un tiempo donde este tipo de filosofía es más importante que nunca?

RESPUESTA. A mi parecer la filosofía práctica, de lo que trata es de las actividades que interesan a las personas en la vida cotidiana. Las cuestiones que nos acucian: el sentido de la vida, la justicia, la injusticia y, por lo tanto, esto siempre ha sido siempre así. Pero en momentos de crisis pues se agudiza el interés y todo el mundo quiere hablar de esto. Otra cosa es que hable con la preparación requerida.

P. ¿Qué ha echado en falta en la política española en los últimos meses?

R. Cosas muy importantes. Primero competencia. También yo creo que hace falta más honestidad. Parece mentira pero habría que decirlo. Y también veracidad. Cuando también se va acostumbrando uno a que haya engaño continuo, posiciones no claras por falta de veracidad… cuando las noticias están muy manipuladas por los medios de comunicación o políticos… se echa en falta cosas muy serias. En segundo, lugar la atención directa a los ciudadanos. La política tiene que atender los problemas de los ciudadanos. No tiene que buscar beneficios propios o poner en marcha leyes que no interesan ni resuelven los problemas de los ciudadanos, sino que sirven para el apoyo o beneficio propio. Hay fallos muy graves que necesitamos revisar. Lo más perjudicial es no poderte fiar de aquellas personas que están gestionando la sociedad porque ellas son las que dan cohesión y confianza.

La política tiene que atender los problemas de los ciudadanos.

P. ¿Puede estar la política cada vez más polarizada? En las últimas elecciones de la Comunidad de Madrid, ¿cree que pudo haber un error por parte de la izquierda de sumarse a subir el tono del discurso frente a un discurso más racional?

 R. Creo que tiene que ver con los procedimientos de la búsqueda de la atención a los medios de comunicación. ¿Dónde pone el foco de atención los medios? Se atiende a aquello que es sensacionalista. Ahora ese sensacionalismo también se busca porque tiene una rentabilidad y termina siendo un circuito vicioso. Lo sensacionalista se busca más y tiene más audiencia, pero entonces baja la calidad. Y esa bajada de calidad hace que salgan perdiendo los ciudadanos, porque entonces de lo que se habla es lo que llama más la atención, pero no de lo que es más importante. Y eso es muy grave y tiene consecuencias.

De lo que se habla es lo que llama más la atención, pero no de lo que es más importante. Y eso es muy grave y tiene consecuencias.

P. Hay acciones que confirman el tono del discurso en la política. Mientras que Mariano Rajoy reflexionó en 2015 tras ser agredido por un joven restándole importancia, otros políticos que han recibido amenazas recientemente, han hecho varias declaraciones con un tono muy emocional lejos de restarle importancia.

R. Se juega de modo tendencial en un circuito que es perjudicial para todos y yo creo que está equivocado porque no responde a los intereses reales y profundos de los ciudadanos.

P. En relación a la pandemia ¿Hemos estado a la altura como sociedad o será cuando pase el tiempo cuando veremos lo que hemos hecho bien y mal?

R. Yo creo que la sociedad no puede entenderse en bloques, no es homogénea. Las respuestas han sido diferentes. Ha habido grupos de personas: personas concretas, empresas, asociaciones, instituciones de diverso género, las fuerzas de seguridad que han reaccionado con solidaridad… En este tema ha habido un cambio muy significativo de nuestras épocas anteriores a ahora. Y esto es verdad y está calando. Aquí en València ha habido un grupo de empresas y empresarios que se han unido incluso bajo el lema “esto no tiene que parar” desde el primer momento. También es verdad que hay otra parte, grupos políticos y empresas, que han aprovechado las circunstancias para su propio beneficio. Incluso lo estamos viendo en el día a día, y se busca despedir a trabajadores o utilizar el teletrabajo para dar un peor servicio y eso pasa, no solo en las empresas comerciales, sino también en la administración pública. Hay entidades en la administración pública que no prestan servicios directos, si no que son telemáticos. Si en la universidad, empresas, medios de comunicación… se hace un ejercicio de atención directa también tendrían que atender presencialmente las instituciones públicas.

Si en la universidad, empresas, medios de comunicación… se hace un ejercicio de atención directa también tendrían que atender presencialmente las instituciones públicas.

Jesús Conill - Fotografía: Alberto Pla
Jesús Conill – Fotografía: Alberto Pla

PREGUNTA. Es también patrono fundador de la Fundación Etnor. ¿En qué se caracteriza y cuáles son sus líneas de acción principales?

RESPUESTA. La Fundación Etnor es una especie de acto de gracia por parte de muchas personas que con toda buena voluntad hace 30 años empezaron un seminario. Hay que agradecérselo a personas extraordinarias como Emilio Tortosa y Adela Cortina que tuvieron esa iniciativa y pusieron en marcha algo que en aquel momento parecía raro. Las empresas tenían que tomarse en serio los principios, los valores, el impulso de lo que hemos llamado ética. Que no es más que la defensa de nuestros grandes valores: la justicia, la solidaridad, etc. ¿Y por qué? Porque tener buenas empresas es uno de los factores que ayuda a tener buenas sociedades. Luego con el tiempo ha venido algún Premio Nobel y parece que tienen más razón pero hace 30 años ya se gestó esta idea. Hemos tratado temas sobre el dinero negro, sobre la economía sumergida… temas que son candentes, que son problemáticos y los diversos sectores tienen que hablar entre si para ver como se puede solventar con flexibilidad. Y esto es lo que tiene la ética, que a diferencia del derecho no es directamente coercitivo, sino que da mayor flexibilidad para que todos los elementos que entran en una situación sean tenidos en cuenta.

Tener buenas empresas es uno de los factores que ayuda a tener buenas sociedades.

P. Acerca de tener un buen tejido empresarial es algo que también Juan Roig (Presidente Ejecutivo de Mercadona) ha comentado mucho.

R. Si tienes un buen empresario que es ejemplar en su negocio… tendrá sus defectos —nadie es perfecto— pero eso es lo bueno de la ética. Pero si hay un sentido meliorista, a mejor, que hay un ímpetu. Eso da una fuerza a la sociedad desde todas las partes del tejido social.

P. ¿Hemos avanzado en la ética de los negocios en los último tiempos?

Hace 30 años se decía que esto es como el aceite y el agua, que no se puede mezclar. Claro, ahora nadie se atreve a decirlo. Entonces sí se decía pero ahora decirlo suena a incultura y a no estar informado. Las propias Naciones Unidas lo ha dicho, desde los ODM (Objetivos del Milenio) y ahora los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible). Las empresas que no quieran hacerlo antes podían perder cuotas de mercado pero ahora no podrán subsistir. Ahora el consumidor tiene mucha importancia, es un ciudadano activo. A nosotros nos gusta hablar de ciudadanía económica. Normalmente pensamos en la ciudadanía en un sentido político o social pero no, el ejercicio de la ciudadanía tiene que hacerse en un sentido económico. El ciudadano tiene que elegir con criterio que valores quiere respaldar porque con su compra o no compra está respaldando una cosa u otra. Y en eso la función de Etnor ha sido significativa.

El ciudadano tiene que elegir con criterio que valores quiere respaldar porque con su compra o no compra está respaldando una cosa u otra.

P. En abril de 2021 se le concedió el Premio Lluís Guarner en su edición 2020 por «su contribución en la construcción de una sociedad en la que la ética sea un elemento esencial» y que otorga el Patronato Lluís Guarner de la Generalidad Valenciana. ¿Qué supone para usted este reconocimiento?

R. Lo primero que siento es agradecimiento y es también un honor. Personalmente me sirve de estímulo para seguir en marcha. Y que tenga un significado humanista, —porque es un premio al sentido humanista—, cuando las humanidades a veces no se valoran en lo que de verdad valen. Las humanidades nos hacen vivir con sentido, nos ayudan a tener conciencia del sentido plural, diverso, enriquecedor y , por lo tanto, dar calidad de vida. La calidad de vida no solo lo dan los instrumentos, también tiene que ver con el sentido más humano.

P. Es autor de los libros Ética Hermenéutica (Tecnos) y El poder de la mentira. Nietzsche y la política de la transvaloración (Tecnos). ¿Qué destacaría de ambos? ¿Está trabajando en algún proyecto otro ahora mismo?

R. La figura de Nietzsche ha sido por unos muy denostada y por otros casi convertida en un panfleto. A mí me gusta —y me ha gustado estudiar a Nietzsche— porque me parece que es representativo de una sensibilidad, incluso de ciertos momentos de furores juveniles. Y creo que eso se puede encauzar hacia aspectos de nuestra vida que son necesarios para vivir con libertad radical. Porque Nietzsche lo que defiende en último término es que el ser humano tiene que vivir desde el fondo último de su ser. Desde lo que es más radical en su vida, desde aquellos valores más profundos. Por eso, él criticó la devaluación de los valores. Eso era el nihilismo. Nietzsche puede ayudarnos —si se me permite la expresión— a no ser borregos. Y eso es lo que he intentado mostrar en mi última etapa con mi último libro sobre la intimidad. No hay libertad si no cultivamos la intimidad. Tenemos que parar y reflexionar para ser tú mismo. Estudiemos bien la intimidad y relacionemos bien todos los saberes para ver si este fondo último de la realidad de nuestra intimidad, si lo cultiváramos, no seríamos más capaces de ser libres.

Jesús Conill - Fotografía: Alberto Pla
Jesús Conill – Fotografía: Alberto Pla

 

PREGUNTA: Usted es marido de otra gran filósofa como es Adela Cortina ¿se habla algo en su casa que no sea de filosofía o aplican lo de en casa del herrero cuchillo de palo?

RESPUESTA: Con lo que estoy muy de acuerdo es que Adela es una gran filósofa y, además, es un honor para mí compartir la vida desde hace muchos años con ella. En casa hablamos de lo divino, de lo humano… se habla de todo y discutimos. Y, precisamente, del debate y de la reflexión sincera y veraz sale la iluminación mutua para poder llevar adelante nuestras tareas personales y profesionales. Es una gracia haber podido compartir la vida con ella.

 

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